Es fácil decir hoy que el Barcelona tiene un plantel corto, poco generoso en alternativas para cada posición, con un accionar dependiente del genio de Lionel Messi, con un juego que al cabo de numerosas repeticiones de éxito se ha hecho predecible, con un plantel saciado ya de tanto ganar… Es fácil decirlo hoy, a pocas semanas, a escasos meses, de haberlo loado, de haberlo halagado, de haberse en su luminosidad regodeado.

 

Al margen de los clamorosos errores del árbitro (los más vergonzoso en contra del Barcelona en dos goles muniqueses, pero algunos también perjudicando al Bayern en el primer tiempo), el Barça ha sido aplastado este martes en la capital bávara como no lo había sido en al menos un lustro.

 

De todos los escenarios, el de esta semifinal de ida supera de largo al peor que pudiera imaginarse en tierras catalanas. Un Messi disminuido por la evidente lesión, jugando en contra de sus posibilidades físicas y con poca complicidad o apoyo de sus compañeros. Una línea baja pendiendo de algún novato proclive a nervios, como Marc Batra, toda vez que el destino ha querido que hasta cuatro elementos defensivos no hayan sido elegibles por lesión (Carles Puyol o Javier Mascherano), suspensión (Adriano) o procesos mucho más complejos de rehabilitación (Eric Abidal). Un portero, Víctor Valdés, que se irá del Barcelona tal como vivió muchas temporadas en esa portería: alternando sublimes atajadas con días para el olvido. Y una delantera que más que nunca pide a gritos alguien capaz de meterla, a falta de Messi o alguno de más atrás con mayor contundencia que Alexis o Villa.

 

Pero dedicar este completo texto al naufragio barcelonista, sería una falta de respeto al alucinante desempeño del Bayern Múnich, la máquina mejor afinada hoy en el panorama futbolístico. Aquí mismo destacábamos un par de días atrás la avasallante forma con que venía superando a rivales: goleada a goleada, con titulares o suplentes, con todas las variantes conocidas para dañar al rival.

 

En la capital de Baviera han coincidido en tiempo y espacio algunos de los más brillantes jugadores de la actualidad, casi todos también en plenitud. Bastian Schweinsteiger es de los pocos mediocampistas del mundo que podría reclamar un sitio en la medular de la selección española y es muchísimo decir; Javi Martínez confirmó que el dineral por él pagado estuvo más que justificado (como con Angela Merkel lo que aparenta ser derroche es más bien inversión); Arjen Robben, a menudo visto como poco decisivo, últimamente sí decide y ya tendrá esta final para sacarse tantas espinas atoradas (la de la Champions, la del Mundial); Franck Ribery ha pasado de ser un solista que devoraba balón a semejante portento de sacrificio, solidaridad y omnipresencia; los defensas bávaros -Lahm, Dante, Boateng, Alaba- se comportaron con impecabilidad, lo mismo que su portero Neuer; Thomas Mueller es el tipo de futbolista que todos quisieran en su plantel; y Mario Gómez, por momentos en el torneo la tercera opción ofensiva del Bayern, es garantía de gol.

 

¿Fin de una era para el Barcelona? Cuidado. Más despacio por favor… Aunque recuperarse de semejante repaso les costará. Mucho.

 

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