Pocas veces se ha atestiguado semejante nivel de hegemonía, tal capacidad para aplastar rivales, tan constante muestra de superioridad.

 

Los cuatro contendientes al título de la actual Liga de Campeones disputaron su cotejo previo a la ida de las semifinales con alineaciones alternativas, sin emplearse a fondo, y terminaron volviendo a coleccionar triunfos. Ninguno se jugaba algo importante, dos ya coronados y los otros dos ya resignados al segundo sitio, pero su colosal futbol está fuera de alcance.

 

El Bayern, que honra a su directivo Boris Becker con resultados que lucen cual sets tenísticos, volvió a clavar media docena de goles. Su rival, el Hannover, era local y se ubica a mitad de tabla, algo que bajo circunstancias normales y aunado a la presencia de varios suplentes con los bávaros hubiera podido significar como mínimo un empate, pero se saldó con un 6-1: set, partido y a lo que sigue, diría Boris.

 

Tres días antes, con un once distinto en la cancha, el Bayern había endosado otros seis al Wolfsburg en la semifinal de copa alemana: set, calificación a la final y a lo que sigue, en términos del tres veces ganador de Wimbledon.

 

Este martes, el rival del Bayern será el único equipo en el planeta que vive una situación parecida. El Barcelona se ha sobrepuesto a una plaga de lesiones y a la estrechez de su plantilla –algo contrastante con la abundancia de recursos del cuadro muniqués- con una racha liguera que igual no cesa. De nuevo victoria, incluso con la sensación de que todos en el Camp Nou (no sólo jugadores, sino también aficionados y periodistas) estaban más preocupados por el choque de Champions –o por la rehabilitación de Messi- que por lo que contra el Levante sucediera.

 

Hay otra faceta que hace similares a Bayern y Barcelona (al margen, por ejemplo, de su respectiva cercanía al afán reivindicativo de los regionalismos bávaro y catalán; al margen también de que Pep Guardiola es pasado de unos y futuro de los otros). Me refiero a que en sus aplastantes escapadas al título en Alemania y España, a lo prematura que resultó su pronta coronación, debemos añadir que sólo ante una escuadra guardan temores o respetos en sus países: el Bayern frente al Borussia, al que no pudo derrotar en la primera vuelta y con el que perdió las últimas dos Bundesligas; el Barcelona, contra el Madrid, que le arrebató la liga pasada y en este ejercicio lo eliminó de la Copa del Rey.

 

Y ese será el duelo semifinal del miércoles: Dortmund y Real comparten la necesidad de quedarse la Champions, toda vez que no pudieron competir por la liga. Poderosísimos equipos que serían campeones domésticos en cualquier torneo, menos en el suyo donde hay otro conjunto todavía más avasallante.

 

Cuatro trabucos que han hecho parecer de juguete sus respectivos certámenes y que abren la fase crucial de la temporada europea. Se estima que si Madrid y Barcelona calificaran a la final, darían forma al cotejo a nivel de clubes con mayor rating de la historia… ¿pero alguien se atreve a desestimar las opciones de sus dos rivales germanos?

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