La carrera de Bar Refaeli se desdobla súbitamente; de modelo a problema político; de fan a bromista. Refaeli es un caso de estudio para explorar la transcultura. Su pasaporte  (israelí) es de los más blindados del mundo por mandato ortodoxo; sin embargo, para obtener éxito global tuvo que tramitar el pasaporte del mainstream (nacionalidad global), lo que implica una ruptura con el monopolio de imposiciones religiosas. Su imagen concatena con el genotipo de Victoria’s Secret, creando una industria particular de seducción (Bar Refaeli copyright). En efecto, llegó el momento en que a Refaeli le sucedió algo similar que a Jordan con Nike: su nombre de marca superó en la lista del mainstream a la empresa que la contrató hace ya algunos años, así que decidió crear la empresa Under.me (www.under.me) para evitar la distribución de sus ingresos a la marca de los ángeles de ropa interior.

 

El Ministerio de Relaciones Exteriores y el ejército israelíes fueron colocados frente a frente gracias a Bar Refaeli. La primera institución la convirtió en embajadora plenipotenciaria, es decir, su imagen tiene más poder que el poder político, o si se prefiere, su imagen pertenece ya a la elaboración de estratagemas del poder blando. Los embajadores globales trabajan con emociones, elementos vitales, por ejemplo, en gadgets tecnológicos. Y si su imagen es colocada en las redes sociales, el resultado es el que vemos en la actualidad.

 

Mientras eso sucedía, el ejército israelí mostró su desacuerdo hacia Exteriores porque el currículum de Refaeli presenta un agravio nacional: no concluyó el servicio militar. El rasgo no provocaría mayor comentario en países como Costa Rica, donde no existe el ejército, pero Israel se encuentra en el polo opuesto. Su industria militar atraviesa a su cultura.

 

Por si fuera poco, Refaeli escribió un tuit que disgustó a los hombres de verde pues exteriorizó su deseo de que ni palestinos ni israelíes mueran por su histórico enfrentamiento. Basta que lo escriba una embajadora global, pero sobre todo, basta que lo escriba Bar Refaeli para que los efectos de 140 caracteres trasciendan al sector político duro.

 

Para popularizar tal situación, un grupo de estudiantes ortodoxos de la Universidad de Bar Ilán escribió una carta dirigida al ministro de Exteriores en la que muestra su malestar por haberla convertido en la imagen turística de Israel. Giro de 180 grados en época del ascenso de los Hermanos Musulmanes en Egipto, con los efectos que ello representa en la zona; momento toral del enojo global en contra del primer ministro Benjamín Netanyahu por la construcción de viviendas en territorios ocupados (si tú te quejas de Benjamín -le dice Obama a Sarkozy presidente-, imagínate yo que todos los días habló con él). Pues bien, los estudiantes universitarios piensan que “Refaeli no hizo el servicio militar y además se muestra orgullosa de ello. Antes de que nos ofrezcamos al mundo (a través de ella), tenemos que decir quiénes somos. Tenemos mucho más que ofrecer aparte de chicas jugando en la playa”. Lo paradójico se encarga de desacreditar la carta, ya que los ultra ortodoxos israelitas están exentos de hacer el servicio militar. No contentos con ello, los estudiantes recuerdan al ministro de Exteriores la vida sentimental de Refaeli. Su ex amor Titanic lo contrajo con Leonardo DiCaprio, quien no es judío. Bajo sus etnocéntricos, Bar Refaeli hace estallar su tradición. Situación que poco le importó a la modelo que ya lleva años viajando con su pasaporte mainstream: fenómeno transcultural que suma y no resta rasgos culturales; performance cultural sapiente en tiempos que no pertenecen al medioevo. Quien lo dude, basta con observar a Refaeli vestida de Santa Claus recorriendo las principales calles de Nueva York, con el Central Park incluido, de manera relajada; con barba abundante, atrapa miradas trémulas. Al final, llega a su departamento y se desliza su atuendo navideño para quedar con las prendas Under.me.

 

Culé de corazón

 

El fenómeno de la transcultura también es comercial. No lo entendió así la novia del futbolista catalán Cesc Fàbregas, Daniella Semaan, cuando no le parecieron adecuadas las frecuentes visitas de Bar Refaeli a las gradas del Camp Nou y, sobre todo, al campo de entrenamiento. En su cuenta de twitter, Semaan escribió: “La obsesión de algunas modelos con determinados jugadores es ridícula… Respeto, por favor”. Demoledores caracteres circunscritos en celos shakesperianos. Julia Vigas, novia de Thiago Alcántara tuvo a bien retuitear el mensaje de Semaan. Xavi, por su parte, no estuvo de acuerdo con el ya famoso tuit. Uno de los ídolos más queridos por la afición culé no desaprovechó para tomarse la foto con Refaeli. ¿Estrategia para despistar al verdadero amor de Refaeli? Lo que es cierto es que la cancha de entrenamiento del Barcelona se estaba convirtiendo en sucursal de la pasarela del Real Madrid, así que Tito Vilanova decidió cerrar la puerta a la embajadora Refaeli. Si quiere ver a los jugadores, que suba al palco con Shakira para no transferirles a los jugadores un componente de nervio, aunque como bien decía Romario en su paso con el Barcelona: si me quitan mis fiestas en la playa no rendiré en la cancha. Así que fiestas y juergas en Sitges ininterrumpidas por el bien del club.

 

Los resultados tangibles de las visitas de Refaeli a Barcelona tienen varias lecturas, una de ellas es la fabricación industrial de una imagen in situ recargada de sinergias: Barcelona + Bar Refaeli= componente híperglobal. A pesar del ruido madrilista, es decir, ensordecedor e ineficiente, el mejor equipo del mundo durante el último lustro es el Barcelona.

 

Para concluir, el perfil lúdico de Bar Refaeli ocurrió el día en que comunicó (Funnyordie.com) al mundo su intención de filmar un video porno al mejor estilo de Paris Hilton. Recaudar fondos sería el objetivo. Por 50 dólares, foto con su autógrafo; si la cantidad subía a 200, entonces los donadores podrían asistir al set de grabación de la pornoescena, y por mil dólares, derecho a ser protagonista de la escena. Con sonrisa sardónica, Refaeli se pregunta: ¿Quién iba a querer verme a mí practicando sexo?

 

En el mundo de la post publicidad, Bar Refaeli encontró al sarcasmo como complemento picoso de su imagen. Logró, al menos, mover la agenda del ejército israelí.