La intención de Román Abramovich desde que compró al club Chelsea nunca ha sido otra que convertirlo en el indiscutido mejor equipo del planeta, algo que hasta ahora no ha sucedido.

 

Este domingo fue eliminado por el City en semifinales de la Copa FA, lo que supone un nuevo golpazo a los planes del oligarca ruso. Una temporada en la que se encuentra a veinte puntos de la cima en la liga inglesa y con riesgo de no clasificarse a Champions League; en la que no consiguió superar la primera fase de la Liga de Campeones (de la cual era monarca defensor); en la que perdió tanto el Mundial de Clubes como la supercopa europea (goleado por el Atlético de Madrid) y la supercopa inglesa (denominada Community Shield por los fines benéficos de su recaudación); en la que cayó en seminales de la Copa de la Liga a manos del sorpresivo y humilde Swansea.

 

Un ejercicio 2012-2013 al que sólo queda como adorno posible la Europa League, que tampoco es poco pero jamás suficiente para un cuadro que ha gastado solamente en los últimos 9 meses más de 120 millones de dólares en refuerzos, sin olvidar que al cabo de una década que Abramovich ha estado a cargo de este proyecto su derroche se acerca a los 2 mil millones de dólares.

 

Rafael Benítez fue colocado como técnico emergente ante el fracaso inicial de Roberto Di Matteo, quien meses antes había dado al cuadro londinense su primera Champions (de hecho, la primera para cualquier equipo de esta capital). La relación de Benítez con todo el contexto blue ha sido por demás tortuosa. La grada nunca terminó por aceptarlo (de hecho, ha debido soportar abucheos) y con la prensa ha ido de confrontación en confrontación.

 

Lo terrible para este equipo es asimilar que por mucho que se le invierta y por cantidad de figuras que aglutine, a menudo parece una especie de frankenstein: demasiadas piezas, sí algunas muy finas, que no terminan de embonar en esta costosa maquinaria.

 

Se sabe que Benítez no continuará en ese banquillo (por menos, muchos otros han sido despedidos) pero la incógnita radica, primero, en quien será el nuevo director técnico, y, segundo, ahora qué jugadores serán fichados.

 

José Mourinho ha sonado todo el año como sustituto de Benítez. Añorado por los seguidores del Chelsea y conocido su malestar en el Real Madrid, muchos lo dan por hecho, pero este fin de semana un medio inglés publicó que esa opción no se consumará. Entonces se habla de Manuel Pellegrini, quien ha tenido un soberbio desempeño entrenando al Málaga, o de David Moyes, de brillante trabajo en el Everton y a menudo visto como eventual sucesor de Alex Ferguson en el Manchester United.

 

Muchos rumores apenas en abril y desde hace varios meses, señal inequívoca de que la temporada del equipo que juega en Stanford Bridge no ha sido lo que se esperaba. Otra mala para el magnate ruso y su frustrada chequera.

 

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