Para la familia Gordillo, la detención de la matriarca y líder sindical, Elba Esther Gordillo, ha sido difícil, si bien los ha dejado “más unidos de lo que hemos estado por mucho tiempo”, según René Fujiwara Montelongo.

 

De hecho, el joven diputado de Nueva Alianza -y nieto de Gordillo- asegura que ahora la ve más seguido que antes de la detención, concretada la tarde-noche del 26 de febrero de este año, en el Aeropuerto de Toluca.

 

“La primera reacción fue cuestión de mucho show, de mucha sorpresa, y pues segundo, realmente mucha tensión en términos de averiguar en qué espacio podíamos ir a buscarla, recuerda Fujiwara.

 

Se dice convencido de la inocencia de su abuela: “Lo primero que me gustaría decir es que yo estoy absolutamente convencido de su inocencia, yo sé que ella no es responsable de los crímenes que se le están imputando”.

 

—¿Consideras que su detención era la única forma de destruirla?—, se le preguntó.

 

—Yo creo que sí. Definitivamente se cometieron torpezas ilegales, no siento que su detención esté sustentada en aire, está sustentada en algunos puntos que podrían llegar a conclusiones falsas sobre la legalidad de sus acciones.

 

Gordillo fue acusada por desviar mil 400 millones de pesos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y está indiciada por lavado de dinero, delincuencia organizada y evasión fiscal. “Debo reconocer que definitivamente se hicieron algunos errores, tal vez dentro de algunas situaciones pueden llevar a una conclusión de que se cometió una ilegalidad, pero me parece que más que nada son cuestiones de torpeza que se ven muy mal dentro de la luz mediática”, asienta.

 

El joven diputado -cuya carrera política se restringía a la dirección de jóvenes del Panal- descarta buscar un amparo, tal como hicieron tres de los familiares-colaboradores de La Maestra. “No creo ampararme, eso también tuvo que ver con una sobrerreacción, con que en ese momento realmente se vivía un momento de mucha incertidumbre y nadie sabía dónde estábamos exactamente parados”.

 

Admite que Gordillo tiene un baño que sólo ella usa y que no vive la vida cotidiana de las presas. No obstante, apunta: “A mí me consta que no tiene ningún tipo de privilegio. Yo desearía que pudiera tener una televisión, que pudiéramos meter todo tipo de cuestiones para que ella misma pudiera sobrellevar esto de una manera menos dolorosa”.

 

Y finaliza: “Creo que la humillación ya ha sido suficiente, y creo que no habría ningún problema si se pudiera ir a su casa”.