I

 

Gabino Cué es un oaxaqueño apuesto. No hace mucho que ha vuelto de Madrid. Son mediados de los 90 y el gobernador Diódoro Carrasco parece haber detectado en su paisano de 29 años un nuevo caso de tecnócrata, esos hombres con estudios de maestría o doctorado en el extranjero como los que se consolidaron en el zedillismo. En Oaxaca, donde el poder lo detentan viejos caciques, vaya que llamará la atención cuando se conozca lo que el gobernador ofrecerá a Cué.

 

Todo se detona aquí. Cuando empeora la crisis por la que atraviesa el gobierno. No se diga en los asuntos de comunicación, donde el director del área, Humberto López Lena, -quien acabará consolidando un emporio radiofónico local- enfrenta acusaciones de desvío de dinero y por filtrar información. Carrasco le ha dado vueltas y parece haber encontrado una solución. Ha pensado echar a López Lena y manejar sobre un mismo eje los temas de prensa, el presupuesto y las políticas públicas aunque para eso tenga que reformar la ley orgánica y crear una secretaría técnica.

 

-Tendrás todas las facultades para ejercer el poder- dice el Gobernador al joven Cué con quien está en privado en sus oficinas del palacio.

 

Cué va al grano con cierta humildad:

 

-Estoy aquí para servir y aportar lo que sea necesario.

 

No habrá queja de su trabajo. En poco tiempo la administración local del PRI encuentra una disciplina en los medios de comunicación y mayor sinergia entre los miembros del gabinete. Las cosas marchan bien al grado tal que Gabino Cué, quien está perdidamente enamorado de su novia Mané, se da tiempo de preparar su boda y la luna de miel.

 

Otra vez en la rutina de trabajo una llamada de Los Pinos pone en alerta a Cué y a Carrasco. Julia Carabias, la secretaria federal del Medio Ambiente, no verá al Gobernador de Oaxaca en Huatulco como se tenía programado para poner en marcha un proyecto sustentable porque el presidente Zedillo lo espera en la Ciudad de México para hablar en privado.

 

Después se sabrá que Cué se quedará sin su jefe porque Carrasco sustituirá a Francisco Labastida al frente de la Secretaría de Gobernación.

 

-Supimos que al irse Diódoro de Oaxaca, se caía la candidatura de José Antonio Stefan (su hombre de confianza y a quien veía como su sucesor)-, contaría Cué.

 

Esa maniobra de Zedillo al mismo tiempo impide que José Murat rompa con el PRI y se vaya a otro partido a buscar la candidatura como lo acaba de hacer Ricardo Monreal en Zacatecas. Murat y Carrasco no son amigos, pero Cué y Murat sí se llevan bien porque sus familias tienen amistad desde hace muchos años. Murat gana la gubernatura y parece tener planes para el muchacho.

 

II

 

-Quiero que te quedes a trabajar conmigo en el mismo cargo ¿Qué dices?-, ofrece Murat a Cué después de ganar la gubernatura.

 

-¿En la secretaría técnica?

 

-En la secretaría técnica.

 

Cué le dice que lo va a pensar. Más que pensarlo, en Oaxaca se sabe que en realidad la propuesta fue consultada con su ex jefe a quien él le tiene mucho cariño y respeto. Diódoro Carrasco no se lo impide pero le comenta que tiene planes para él en la Secretaría de Gobernación, que si más adelante le hace la propuesta, espera contar con su colaboración.

 

Entonces al asumir Murat, en diciembre de 1998, Cué forma parte de su gabinete. Pero los problemas empiezan luego luego. Murat le dice que todas las decisiones que se van a tomar en la secretaría técnica deberán ser consultadas y avaladas por él. En otras palabras Cué no tendrá la libertad ni facultades que encontró con Carrasco; ni siquiera puede elegir a su secretario particular ni a los demás colaboradores del área técnica.

 

En eso le llama Diódoro y Cué deja la chamba para irse a Bucareli, donde acabará pasando por distintos cargos como secretario técnico de la Subsecretaría de Gobierno, secretario particular del secretario de Gobernación y subsecretario de Comunicación Social.

 

Murat revienta. Pocos saben cuáles fueron las palabras que le ha dicho, pero los que conocen al Gobernador no dudan que debió haberle gritado hasta de lo que morirá.

 

-Es un presumido y orgulloso-, dirá Murat cuando la oficina de la secretaría técnica haya quedado vacía.

 

En la Ciudad de México el joven Cué se moverá con habilidades. Va a conocer a otra persona que será clave en su carrera, y que le servirá de mucho, sobre todo después de que el PRI pierda Los Pinos.

 

III

 

Jesús Martínez Álvarez tiene en su trayectoria todos los cargos políticos en un estado que un incipiente funcionario debe anhelar. También es oaxaqueño y a pesar de que le lleva 22 años a Gabino Cué, éste es tratado con respeto por el viejo Martínez, quien acaba tronando en 2001 con el PRI, pero ya tiene apalabrada una posición con su amigo Dante Delgado. Recién salido de la cárcel, Delgado se puso a trabajar y ahora está estrenando partido político: Convergencia por la Democracia.

 

Cué vuelve a Oaxaca después de un corto pero sustancioso paso por Gobernación que ayudó a acrecentar su popularidad gracias a las constantes apariciones en medios nacionales con  temas como seguridad pública y la PFP. Busca la alcaldía de la capital por el PRI, pero Murat le cierra el paso. El Gobernador está encaprichado con recuperar la capital oaxaqueña que lleva nueve años en poder del PAN. Pero el Gobernador escoge al peor candidato: Francisco Márquez es derrotado en la interna por Javier Villacaña. Tarda en lamerse las heridas. Se niega a aceptar la derrota y cuando decide apoyar a Villacaña se da cuenta de que Gabino Cué lo ha rebasado por la izquierda. Está hasta arriba en las encuestas. Cué le gana sin problemas la alcaldía.

 

El gobierno se muestra rencoroso con el nuevo alcalde. Empieza una guerra política con el encarcelamiento del tesorero del ayuntamiento. Pero eso solamente sirve para ir fortaleciendo a Cué, quien luego vencerá al PRI en la contienda por la senaduría con un movimiento ciudadano y una coalición de partidos que le abrirá la puerta de par en par con López Obrador. Extrañamente, el candidato presidencial acaba haciéndose de la vista gorda y apoya su candidatura al gobierno en alianza con el PAN para ganarle a un priismo enquistado con más de 80 años en el poder.

 

Hoy, Cué, sin embargo, tiene un estado con grupos sociales que paralizan la capital cada que quieren y amenazan en cualquier de repetir la insurrección que enfrentó el último gobierno del PRI. La transición no se percibe y la situación política actual demuestra que las alianzas no necesariamente son la solución de ingobernabilidad en un estado, o al menos no por ahora.