Toda meta que el emperador Meiji se trazaba a fines del siglo 19, se cumplía a cabalidad: modernizar a las islas niponas, occidentalizar lo que a su visión obstruía ciertos procesos de cambio, estudiar técnicas extranjeras y luego mejorarlas, crear un temible ejército, dejar atrás la etapa rural. Tan exitoso fue, que si entre sus intereses hubiera estado el futbol sin duda hoy la selección japonesa sería una gran potencia.

 

Hasta 1998, Japón nunca había ido a una Copa del Mundo. Para Estados Unidos 94 estuvo muy cerca, pero lo que parecía una calificación segura se convirtió en el peor de los dramas. En el último minuto Iraq le sacó el empate e hizo llorar a una nación que por primera vez se había entregado con tanto sentimiento a este deporte. Las grandes pantallas de Tokio mostraban a los jugadores japoneses tirados en la cancha, incapaces de comprender tan postrera eliminación, al tiempo que jóvenes se tendían en banquetas y bares, privados en llanto, suplicantes de despertar de esa pesadilla futbolera. Qué tan profunda resultó la herida, que en uno de los capítulos de la serie animada Súper Campeones Japón consigue clasificarse a su primer Mundial, precisamente contra Iraq y con tanto en el instante final de Oliver Atom.

 

Desde el fracaso del 94, todo cambió en esas islas del Lejano Oriente y ya nunca más han faltado a un Mundial. Pese a haber caído a manos de Jordania, la combinación de resultados ha puesto a Japón virtualmente en Brasil 2014, que sería su quinta participación consecutiva en un Mundial.

 

Su selección ha pasado de ser un cuadro disciplinado y generoso en derroche físico, a poseer talentos en cada línea, tan talentosos como aguerridos. Ya no es excepcional encontrarse con elementos japoneses en los cuadros más importantes de Europa. Shinji Kanawa desempeña un rol primordial en el Manchester United, así como Yuto Nagatomo juega regularmente en el Inter.

 

La actuación en los pasados Olímpicos de Londres 2012, en donde llegó a semifinales, ha sido un síntoma más del espléndido momento que vive este futbol.

 

Por lo pronto nos preparamos para ver en estadios brasileños a aficionados disfrazados de samuráis, de ninjas, de geishas, y a escuchar en las gradas el poderoso grito de “¡Ni-Pon!”. Nipón, que significa donde el sol nace. Nipón, que se ha convertido también, donde el futbol crece.

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