BUENOS AIRES. El cardenal Bergoglio ofreció en 2010 el compromiso de unión civil entre homosexuales como el “mal menor”, según asegura Sergio Rubin, su biógrafo autorizado. “Él apuesta por una posición de mayor diálogo con la sociedad”.

 

Argentina estuvo a punto de aprobar el matrimonio homosexual y la Iglesia se mostró contraria. Decenas de miles de católicos salieron a las calles de Buenos Aires para condenar públicamente la propuesta de ley.

 

Jorge Mario Bergoglio, por entonces obispo de Buenos Aires, dirigió la acusación pública contra la medida, si bien se pronunció en una acalorada reunión de obispos en 2010 y abogó por una solución poco ortodoxa: que la Iglesia de Argentina apoyara la idea de las uniones civiles para parejas gays.

 

Según desvela el diario ‘The New York Times’, las palabras de Bergoglio inflamaron la reunión de los obispos. Y ofrecen una visión directa del estilo de liderazgo que el flamante Papa Francisco puede llevar a cabo durante su Papado.

 

El nuevo Papa es cualquier cosa menos un incondicional que abraza plenamente las posiciones de la Iglesia en sus principales cuestiones sociales, sugiere el diario norteamericano. Francisco se muestra como un negociador dispuesto a transigir, todo lo contrario a Benedicto XVI, conocido por su adhesión inquebrantable a la pureza doctrinal.

 

El cardenal Bergoglio ofreció el compromiso de unión civil como el “mal menor”, según asegura Sergio Rubin, su biógrafo autorizado. “Él apuesta por una posición de mayor diálogo con la sociedad”.

 

“Él escuchó mis puntos de vista con un gran respeto”, asevera Marcelo Márquez, un líder de los derechos de los homosexuales y teólogo que escribió una dura carta al cardenal Bergoglio y, para su sorpresa, recibió una llamada de él menos de una hora después de haber sido entregada.

 

“Me dijo que los homosexuales deben tener derechos reconocidos y que apoya las uniones civiles, pero no el matrimonio homosexual”, asegura.

 

Polémica de la dictadura

 

Un sacerdote jesuita secuestrado por la junta militar que gobernó Argentina a fines de la década de 1970 negó el miércoles que él y un colega hayan sido denunciados por Jorge Mario Bergoglio, el actual papa Francisco, quien en esa época encabezaba esa orden religiosa en el país.

 

El padre Francisco Jalics, un húngaro que vive en un monasterio alemán, afirmó en un comunicado que dio seguimiento a los comentarios sobre el caso emitidos la semana pasada porque había recibido muchas preguntas y “algunos comentarios implican lo opuesto a lo que yo quería decir”. No proporcionó más detalles.

 

Jalics y otro sacerdote, Orlando Yorio, fueron secuestrados en 1976.

 

En un comunicado emitido el viernes pasado, Jalics dijo que él y Bergoglio se reconciliaron hace tiempo. Indicó que se “abrazaron solemnemente” en una reunión en el 2000, y que Jalics considera que el asunto está cerrado.

 

“Alguna vez yo mismo estuve inclinado a creer que éramos víctimas de una denuncia”, dijo Jalics, pero “a fines de la década de 1990, tras numerosas conversaciones, me quedó claro que esta sospecha era infundada. Por lo tanto, es un error afirmar que nuestra captura ocurrió por iniciativa del padre Bergoglio”.

 

Nadie pone en duda que Bergoglio, al igual que la mayoría de los argentinos, no enfrentó abiertamente al régimen militar que gobernó de 1976 a 1983, el cual secuestró y mató a miles de personas en la llamada “guerra sucia” para eliminar a sus opositores de izquierda. Pero las opiniones difieren sobre qué tanta responsabilidad tuvo el nuevo pontífice en torno a la oscura historia de la Iglesia católica argentina de apoyar a la dictadura.