Apenas unas líneas esbozadas por el presidente Enrique Peña Nieto sobre lo que será su propuesta de reforma a Petróleos Mexicanos, bastaron para que se encendiera ya el debate político sobre el petróleo y la propiedad nacional del mismo. No hay aún una iniciativa clara y el gobierno ha repetido hasta el cansancio que “no se va a vender ni a privatizar Pemex”, pero eso no ha impedido que ya cobren forma al menos dos movimientos “en defensa del petróleo” abanderados por las dos facciones de una izquierda dividida, el PRD y Morena.

 

En realidad no hay nada nuevo en este viejo debate que no hayamos escuchado los mexicanos en las últimas dos décadas desde que Carlos Salinas, con el pretexto de la modernización, fragmentó Pemex para que luego Ernesto Zedillo iniciara una apertura en petroquímica secundaria que fue frenada después por la férrea oposición del PRI, que se convirtió curiosamente en el dique a cualquier intento de “modernización y apertura”, como la que ahora pregona el presidente Peña, con el apoyo de los priistas.

 

De lado del rechazo a la privatización está la izquierda, pero no es la misma izquierda de siempre. Por un lado, parte de esa izquierda -la dirigencia formal del PRD- apoya y firmó el Pacto por México donde se comprometen a impulsar la iniciativa de cambios en Pemex; por el otro, figuras emblemáticas en el tema del petróleo, como la de Cuauhtémoc Cárdenas, reconocen que Pemex sí requiere inversión privada, aunque rechazan cualquier cambio constitucional a la propiedad total del Estado.

 

Es decir, que la oposición a una reforma que modifique el status quo de Pemex, salvo en el tema del 27 constitucional y su pertenencia al Estado, no es al final tan fuerte como en otras ocasiones, a excepción de Andrés Manuel López Obrador y su partido en formación en donde sí manejan el discurso de que cualquier cambio que se haga a la paraestatal, por mínimo que sea, “es un atentado a la nación”.

 

Peña Nieto, por su lado, parece decidido a avanzar en el tema, que sólo esperará a que salga la reforma de telecomunicaciones para que la iniciativa petrolera sea la siguiente en el orden de los asuntos del Pacto por México. El Presidente sabe que tiene el respaldo pleno del PRI, ya amansado y domesticado por César Camacho en la pasada Asamblea, y que los panistas, al menos en el bloque de la Cámara de Diputados, aprobarán su iniciativa.

 

Así que el ruido político en torno al tema de la reforma a Pemex será esta vez tan intenso y estridente como otras veces, pero la diferencia es que hay mayorías parlamentarias que pueden impulsar la iniciativa y que fuera del tema de la propiedad del Estado y el Artículo 27, parece que tanto partes de la izquierda como de la derecha y del partido oficial pueden llegar a acuerdos.

 

NOTAS INDISCRETAS… La presencia de Enrique Peña Nieto en el Vaticano, en la primera misa oficial del papa Francisco, tiene mucho más de acto político que de religioso. La presencia del Presidente mexicano, al igual que la de otros 140 jefes de Estado, es un acto de política internacional, en el que los mandatarios de todo el mundo saben de la importancia del Estado Vaticano y del nuevo Papa en la geopolítica mundial. Así que nadie se confunda, tal vez Peña sea muy católico y aproveche el momento para hacer sus oraciones, pero su estancia en la asunción papal es un asunto de política exterior… Que Fausto Vallejo vuelve el martes a la gubernatura, dijo ayer el secretario de Gobierno, Jesús Reyna. El pobre anciano se ve más demacrado y enfermo cada vez, pero con tal de que no se ausente del cargo antes de los dos años y no se tenga que convocar a nuevas elecciones, lo están forzando a seguir hasta que se cumpla ese periodo. Los que pagan son los michoacanos con un gobernador que ya no gobierna ni está en capacidad de tomar decisiones, y que en una de esas, por estirar tanto la liga de su salud, se les reviente en funciones… Los dados mandan Escalera. Buen inicio de semana.