Ahora que se acerca el equinoccio de primavera hay que saber que más de 150 investigaciones realizadas por expertos desde 2010, han revelado que las culturas prehispánicas no registraban los equinoccios.

 

El arqueólogo e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Francisco Sánchez Nava, e Ivan Sprajc, miembro del Centro de Investigaciones Científicas de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes, aseguraron que la celebración de los equinoccios es una moda actual “muy redituable”.

 

“Hay edificaciones y marcadores que permiten identificar el paso del Sol por el cenit, esto es cuando el Sol está en la parte más alta del cielo. Esta postura del astro también es comprobable en los edificios prehispánicos, pero los equinoccios son una moda actual, redituable; con base en los resultados, hasta ahora obtenidos, no tienen un soporte académicamente firme en Mesoamérica”, afirmó Sánchez Nava.

 

En la investigación titulada “Propiedades arqueoastronómicas de la arquitectura y el urbanismo en Mesoamérica”, desarrollada por ambos especialistas, tratan de establecer patrones arqueoastronómicos para ver si los equinoccios incidieron de algún modo en la distribución y acomodo de las ciudades prehispánicas en Mesoamérica, informó en un comunicado el INAH.

 

Sánchez Nava señaló que en más del 70% de los edificios estudiados, los patrones arquitectónicos son de carácter solar y su funcionalidad es en el sentido Este-Oeste, con lo que fueron construidos con el propósito de observar las salidas y puestas del sol, pero no los equinoccios.

 

“Nos ha quedado claro que los fenómenos equinocciables son poco probables, difícilmente los pudieron haber registrado porque no lo indican los edificios. No hemos encontrado ningún patrón en las numerosas estructuras que hemos medido, que se refieran expresamente al equinoccio; lo que realmente medían los pueblos eran cuartos de año”, explicó el investigador.

 

Por otra parte, destacó, los fenómenos solsticiales sí eran importantes para las culturas prehispánicas, puesto que estos últimos si eran funcionales, y aseguró que esta idea se puede comprobar en los edificios analizados de diferentes zonas arqueológicas, en los cuales es muy evidente.

 

El especialista del INAH también resaltó la importancia de la astronomía en los sitios arqueológicos, y afirmó que desde hace muchos años se sabe que las ciudades eran construidas y distribuidas de forma específica, con orientaciones definidas, patrones de alineamientos arquitectónicos, producto de observar los astros.

 

“Propiedades arqueoastronómicas de la arquitectura y el urbanismo en Mesoamérica” fue un estudio realizado a edificios altos como palacios o templos diseñados para observar el horizonte, los cuales fueron medidos con brújula y teodolito para determinar sus orientaciones y ángulos.

 

Entre los sitios estudiados se encuentran: Tenochtitlan, Cantona, Tenayuca, Cuicuilco (Altiplano); Monte Albán, Mitla, Yagul, Guiengola, Bocana Copalita, Monte Negro (Oaxaca); Comalcalco, La Venta, El Tajín, Quiahuiztlan, Cuauhtoxco, Castillo de Teayo (Golfo); así como del área maya: Chichén Itzá, Uxmal, Edzná, Kohunlich, Calakmul, Río Bec, Cobá y Tulum (en la región Tierras Bajas).

 

Así como Toniná, Tenam Puente, Chinkultic, Lagartero (Tierras Altas); Palenque, Bonampak, Yaxchilán (Selva); Izapa e Iglesia Vieja (Costa del Pacífico). También está Tikal, Guatemala (Tierras Bajas del Sur).