La renuncia de Benedicto XVI al pontificado en El Vaticano ha causado el destape de una serie de escándalos, uno tras otro, que si bien estaban latentes, no habían cobrado tanta notoriedad como ahora, en el contexto de la histórica decisión de dimisión y con una Iglesia Católica altamente debilitada, pues ya lo dijo el mismo el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, el catolicismo vive “horas oscuras”.

 

Filtraciones de información, especulaciones, rumores, opiniones, polémicos reportajes, todo ha colisionado en los diarios, principalmente italianos, desde aquella madrugada del lunes 11 de febrero en que nos enteramos de la irreversible decisión de Benedicto XVI.

Y es que la situación actual de la Iglesia Católica, advierte que tras la renuncia de Joseph Ratzinger hay más que sólo cansancio y una edad avanzada. Abuso infantil, corrupción, sexo (el “lobby gay”), encubrimientos de sacerdotes pederastas, filtración de documentos oficiales, todo, en suma, ha llevado a esa institución religiosa a sumirse en una de sus peores crisis a nivel mundial.

 

Es evidente que el próximo papa debe ser alguien astuto, con menor edad y suficiente energía, capaz de sacar al catolicismo de la crisis en que sus propios clérigos la han metido. Debe ser un papa que no gobierne desde Roma, sino que tenga presencia activa en todo el mundo.

La herencia no es carga sencilla, pues ni el mismo Ratzinger pudo cumplir cabalmente su principal objetivo: unificar a la Iglesia, de más de mil 300 millones de fieles, crear vasos comunicantes con otras religiones y reavivar la influencia del catolicismo en la sociedad actual.

 

El que sea el próximo papa no tiene otra opción, deberá abrir las puertas a todos estos temas.

 

(Foto: EFE) 

 

Pederastía

 

Entre los retos que aguardan al nuevo jefe del Estado Vaticano destaca principalmente el de la pederastía. Sin duda el más grave, el más complicado y el más tolerado. El próximo papa debe investigar todos los casos relacionados con abusos de menores, sólo así podría empezar a legitimar a una Iglesia corroída.

 

Pero no sólo eso, también deberá, en primera instancia, resarcir a las víctimas, que tanto en el papado de Juan Pablo II, como en el de Benedicto XVI, no han visto la luz al final del túnel.

Analistas señalan que es necesario que el que venga reconozca la responsabilidad y el encubrimiento de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y pida reparar el daño moral a las víctimas, además de que se someta a la justicia civil y a la pena canónica a los culpables.

El mismo día en que Benedicto XVI anunció que renunciaba, la Red de Sobrevivientes de los Abusados por Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés), le exigió implementar “acciones decisivas” contra las prácticas de pedofilia en el seno de la Iglesia Católica antes de que deje su Pontificado.

“No importa que tan cansado o débil esté el Papa Benedicto, aún le quedan dos semanas para usar su vasto poder para proteger a los jóvenes. Antes de que ceda el poder, esperamos que muestre verdadero liderazgo y compasión y tome acciones tangibles para proteger a los niños vulnerables”, acusó la SNAP en un comunicado, en el que agregó:

 

“Imaginen las repercusiones -y la esperanza- que se generaría si en sus últimos días, el pontífice degradara, disciplinara o secularizara a un puñado de obispos que están ocultando delitos de abuso sexual infantil. También imaginen lo disuasorio que sería para los presentes y futuros encubrimientos”.

 

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Matrimonios homosexuales

 

Otro tema incómodo: los matrimonios homosexuales. A pesar de que el debate cada vez gana mayor terreno en las leyes varios países del globo, pues en muchos ya son legales, México es uno de ellos, en la Iglesia parece simplemente no tener cabida, pues le ha cerrado la puerta una y otra vez.

Además El Vaticano ya se ha lanzado contra los matrimonios gay, luego de que la Asamblea Nacional francesa adoptó a principios de este mes el artículo del proyecto de ley que legaliza en Francia el matrimonio homosexual.

 

A la polémica que generó al interior de Francia entre sus partidarios y detractores se sumó el pronunciamiento del presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Vincenzo Paglia, quien en conferencia de prensa señaló que la Iglesia Católica no se opone al reconocimiento en el ámbito patrimonial, mediante el derecho privado, a las “convivencias no familiares”, incluidas las uniones entre personas del mismo sexo.

Sin embargo, aclaró que estos derechos no deben confundirse con el matrimonio, que sólo puede existir gracias a la unión entre un hombre y una mujer.

En respuesta a esta negativa, se han registrado diferentes protestas contra El Vaticano. Tal es el caso de las cuatro mujeres ucranianas del movimiento feminista Femen, que a principios de enero se desnudaron en la plaza de San Pedro del Vaticano mientras Benedicto XVI rezaba el Ángelus desde la ventana de su apartamento, para expresar su apoyo a los derechos de los homosexuales.

En medio de varias decenas de miles de personas que asistían a mediodía al tradicional rezo del ángelus en la plaza de San Pedro y aprovechando que el pontífice se encontraba ya en la ventana de su apartamento, las cuatro mujeres se desnudaron, dejando al descubierto sus pechos, a la vez que en las espaldas se habían escrito la frase “In gay we trust” (Confiamos en los gay).

 

(Foto: EFE)

 

La mujer en la Iglesia

Asimismo en nuevo pontífice católico debe reevaluar la participación de la mujer en las actividades de la Iglesia Católica. Para esto es necesario que trasciendan de dogmas morales y de género, así como reconsiderar su posición ante el celibato eclesiástico, los medios anticonceptivos y el aborto.

 

El catolicismo se encuentra en la encrucijada: si no cambia estos preceptos perderá definitivamente a la mujer, y la desunión mermará aún más sus filas.

Sin embargo El Vaticano, en voz de Benedicto XVI, no ha dado buenas señales en este tema. En mayo del año pasado el papa dijo que permitir el sacerdocio de las mujeres para renovar la Iglesia sería incurrir en “desobediencia”.

“La desobediencia, ¿es un camino para renovar la Iglesia? Queremos creer a los autores de esta llamada cuando afirman que les mueve la solicitud por la Iglesia; su convencimiento de que se deba afrontar la lentitud de las instituciones con medios drásticos para abrir caminos nuevos, para volver a poner a la Iglesia a la altura de los tiempos”, dijo en ese entonces.

Benedicto XVI respondió así a un movimiento disidente de sacerdotes austriacos, que suscribieron un documento a favor de la desobediencia y pidieron reformas radicales a la Iglesia.

 

(Foto: EFE) 

 

Recuperar la credibilidad social

Otro de los pendientes tiene que ver con recuperar la credibilidad social, afectada por todos los casos de abusos sexuales y corrupción. Urge a El Vaticano, y a la religión que representa, recuperar a como dé lugar la simpatía de sus fieles, pues en palabras del sacerdote mexicano Alejandro Solalinde, el catolicisimo “ya tronó”.

La renuncia del papa Benedicto XVI es la prueba irrefutable de la crisis que experimenta la Iglesia Católica, institución que se ha conducido bajo un régimen caduco que sólo persigue sus propios intereses, fueron las palabras del también defensor de migrantes en México.

Durante una reunión de organizaciones de trabajadores, migrantes y defensores de los derechos humanos en la Universidad Obrera de Ciudad de México, el religioso señaló que en la Iglesia una sola persona, el Papa, podía “dictar cualquier orden, cualquier directriz desde arriba, con una estructura obviamente anacrónica, piramidal, de hace muchísimos siglos”.

“Esto (la renuncia de Benedicto XVI) confirma la necesidad de una conversión, una reestructuración de una institución que lejos de ser misionera y estar al servicio de las clases pobres y comprometida en la lucha de la gente para que coma y para que viva, con los trabajadores, con los campesinos, con los indígenas, se ha acomodado muy bien con las clases de arriba y esto tiene que cambiar”, agregó.