Salvo algún ajuste estadístico posterior, la economía creció a una tasa promedio anual de 1.9% durante los seis años que gobernó el presidente Felipe Calderón.

 

Poco se puede argumentar para contrarrestar unas cifras que son contundentes por su debilidad y que sintetizan, de un golpe, el fracaso de la clase política mexicana durante los últimos años y la incapacidad de Calderón y de su gobierno para lograr acuerdos mínimos que impulsaran la economía.

 

El 1.9% es la síntesis de un fracaso. Y es que los datos fríos hablan por sí solos:

 

1. El 1.9% de crecimiento económico promedio anual es el menor alcanzado en los últimos 24 años, desde que ocurrió la mayor parálisis económica que se recuerde en la historia reciente del país bajo el gobierno de Miguel de la Madrid, cuando el PIB apenas creció 0.2% en promedio anual.

 

2. El 1.9% de crecimiento económico promedio anual es casi la mitad del crecimiento económico logrado durante el gobierno de Ernesto Zedillo (+3.5%) que enfrentó la mayor crisis bancaria de la que se tenga memoria en México, y que estalló con una abrupta devaluación del peso y con un incremento inusitado en las tasas de interés, que sumió a la economía en una fuerte recesión.

 

3. El 1.9% de crecimiento económico promedio anual que registró la economía mexicana en los últimos seis años es también la ratificación del rezago en su dinamismo frente a todas las economías grandes y medianas de la región. En promedio anual las economías de América Latina crecerán 3.6% entre 2006 y 2012, casi el doble que el ritmo económico de México de los últimos seis años. De hecho, con 1.9% de crecimiento económico promedio anual, la economía mexicana tiene el peor registro entre sus similares de América Latina. Economías como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Venezuela fueron mucho más dinámicas que la mexicana.

 

4. El 1.9% de crecimiento económico promedio anual en los últimos seis años es menor que la tasa bruta de natalidad promedio de la población que fue 1.95%; lo que muestra la incapacidad para generar riqueza económica potencial que mejore las condiciones de vida de la población. De hecho, la población en pobreza creció durante los últimos seis años, de acuerdo a las cifras de Coneval, una tendencia contraria a lo que ocurrió en la mayor parte de las economías de América Latina.

 

El mediocre crecimiento económico de los últimos seis años es la abstracción numérica de la realidad de su pobre clase política: El México predecible, el lugar donde no pasa nada a pesar de que el mundo se mueve, la economía atrapada por los intereses económicos y políticos de unos cuantos que se benefician de esa parálisis. Un México pobre.

 

Pero también ese 1.9% es la síntesis de un gobierno mediocre que no supo, o no pudo, mover a la economía; con funcionarios en el ámbito económico que, en el mejor de los casos, derrochaban “ganas” y simpatías, pero nada más. Improvisados e incapaces para plantear alternativas a una situación ciertamente complicada.

 

Se podrá decir que el balance económico es injusto por las dificultades que se enfrentaron a partir del declive estadunidense y la crisis económica global. Sin embargo, esas condiciones externas no justifican los resultados. La economía mexicana pudo crecer más en los últimos seis años, si los políticos en turno no lo hubieran impedido.

 

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