El empresario sonorense Claudio X. González Laporte no da paso sin huarache y menos aún cuando se trata de medir fuerzas y, a la vez, granjearse a los políticos en el poder, una especialidad que ha desarrollado a lo larga ya de varias décadas, no sólo en su calidad de dirigente empresarial de altos vuelos en la misma cúpula de los hombres del dinero -como el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, CMHN, y el Consejo Coordinador Empresarial, CCE- sino, incluso, formando parte del gobierno mismo, como ocurrió durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, cuando fue designado asesor presidencial para asuntos empresariales.

 

El asunto viene a cuento porque en los últimos días -a las puertas del inicio del segundo periodo ordinario de sesiones del Congreso con una cargada agenda de reformas- el actual presidente del CMHN no ha perdido oportunidad para aplicar, simultáneamente, el látigo y la zanahoria.

 

Ha criticado duramente la intención de Luis Videgaray de gravar más a los que más tienen, en un indicio del secretario de Hacienda de que la reforma hacendaria que trae entre manos con su equipo, incluye la modificación o desaparición de la consolidación fiscal, una figura fiscal que ha beneficiado a los grandes corporativos del país.

 

González Laporte dio un “no” rotundo a esa intención de Videgaray en un evidente ánimo de medir fuerzas con el nuevo gobierno, en un año clave para que transiten las reformas que propone Peña Nieto en los recintos legislativos, y en las que las cúpulas empresariales están más involucradas que nunca a través de un ejército de cabilderos y de una posición mucho más agresiva desde los medios de comunicación.

 

Los grandes empresarios, en boca del también presidente de Kimberly Clark, impulsarán como nunca antes las reformas a Pemex y a la Hacienda Pública, pero buscarán no darse un tiro en el pie en asuntos, como la consolidación fiscal, que tantas ganancias les ha generado en los últimos años.

 

Pero como buen negociador, el ingeniero González Laporte sabe que el látigo debe ir acompañado de la zanahoria. Por eso su declaración reciente a la prensa de que los miembros del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios -que poseen las empresas más grandes del país- invertirán en el territorio nacional alrededor de 30 mil millones de dólares en este año, desde los 20 mil 500 millones del año anterior, debe leerse como un “ya ven, los empresarios sí estamos dispuestos a invertir en México”, aunque la cifra es modesta en comparación con la recomendación del empresario Carlos Slim de que se requieren inversiones por 200 a 250 mil millones de dólares anuales para que la economía crezca sostenidamente a 5%.

 

En fin. Que las recientes declaraciones de González Laporte muestran el arranque de unas negociaciones cupulares por los detalles finos -y los intereses a cuestas- de las tan cacareadas reformas que seguramente tensarán la cuerda al más alto nivel en las semanas que vienen.

 

Como ya se percibe, será la calidad y el alcance de la reforma hacendaria el termómetro que medirá la fuerza política y el éxito del gobierno de Enrique Peña Nieto. Y allí -más allá de la retórica- serán los cambios tributarios y las reformas al código fiscal, los que marcarán la pauta.

 

 

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