En el tercer piso del 404 de Paseo de la Reforma hay poco movimiento, a pesar de que la empresa que lo ocupa está en el centro de un gran pleito que involucra a Pemex y a dos gigantes trasnacionales, una coreana y otra alemana.

 

En ese lugar se encuentra Conproca, empresa cuyo 85% pertenece a SK Engineering & Construction y el resto a Siemens.

 

La historia de este conflicto entre la petrolera mexicana y el brazo de estas gigantes de la construcción, la tecnología, los servicios y otras industrias primordiales en el mundo, inició en 2001.

 

Fue en esa fecha cuando acudieron a la Corte Internacional de Arbitraje, en París, a solicitar que Pemex les pagara alrededor de 700 millones de dólares, que supuestamente les quedó a deber por el contrato que firmaron en 1997 para modernizar la Refinería de Cadereyta, en Nuevo León, valuado en mil 618 millones de dólares.

 

Conproca, que en su oficina destaca la marca SK, del conglomerado coreano que está presente en todas las ramas de la industria y que incluso domina el mercado de la telefonía celular en ese país, sigue desde entonces exigiendo su pago.

 

Años de conflictos y abogados. Las corredurías internacionales veían a Pemex como loa empresa que tendría que emitir bonos para pagar esta deuda y acatar las órdenes del tribunal parisino. Sin embargo, esto se complicó en 2008, cuando la Comisión de Valores y Cambios de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés), reveló que Siemens pagó sobornos a funcionarios entre 2001 y 2007 para ganar contratos en Venezuela, China, Israel, Bangladesh, Nigeria, Vietnam, Rusia y en México.

 

En este país, reveló, algunos pagos fueron entregados a un intermediario para que se los diera a un alto funcionario de Pemex, con influencia para modificar la postura de la compañía.

 

En diciembre de 2012, como informó 24 HORAS, Pemex demandó a SK y a Siemens, alegando que pagó sobornos para ganar el contrato de la refinería de Cadereyta y aumentar las deudas de la paraestatal durante la remodelación de la misma.

 

Al cierre de esta edición, la demanda de Conproca en París y la de Pemex en Nueva York, siguen sin resolverse.