Para quien nació, se crió y creció en un equipo que acapara reflectores, nunca es fácil adaptarse a jugar en uno modesto condenado al descenso. Para quien muy joven recibió trato y sueldo de ídolo, tiene que haber sido complicado renunciar a tan cómoda circunstancia para probar valía en lejanos e inestables lares. Para quien tenía a sus pies un camino por muchos deseado, implicaba más que un reto perseguir otro tipo de sueños. Francisco Guillermo Ochoa, sin embargo, ve hoy premiado su apego a unos ideales.

 

Al menos desde el punto de vista de presupuesto e infraestructura, lo lógico en su primera campaña con el Ajaccio francés era que se le goleara en cada partido y que hubiera descendido a falta de un par de cotejos. Sucedió que con el portero mexicano en plan salvador, el cuadro corso logró, contra todo pronóstico, la permanencia.

 

El Ajaccio disponía de 16 millones de euros como presupuesto anual: menos del 10 por ciento respecto a los clubes más acaudalados (Paris Saint Germain, Olympique de Marsella y Lyon) y, lo que más preocupaba, inferior considerablemente a los montos de los equipos rivales para no descender: Dijon, 20 mde; Evian, 26 mde; Brest, 27 mde; Valenciennes, 30 mde; Caen, 32 mde; Lorient, 35 mde; y Auxerre, 40 mde.

 

Pero ahí sigue el Ajaccio y, disputado poco más de medio torneo en la campaña actual, camina rumbo a una nueva permanencia. Ochoa ha vuelto a ser elemental en cada punto obtenido por esta escuadra. Su actuación contra el Paris Saint German fue impecable, privando a rivales como Zlatan Ibrahimovic de goles ya cantados.

 

Por ello no es de extrañar que algún cuadro europeo más relevante y con mayores ambiciones, pretenda sus servicios. Esta semana se ha hablado del Liverpool inglés; en otro momento, se especuló con el Atlético de Madrid. Ochoa termina contrato con el Ajaccio en el verano del 2014 y la directiva de esta entidad sabe que si desea sacar provecho económico del ex americanista, resulta imprescindible venderlo antes de que caduque el vínculo. Desprenderse de Ochoa en julio de este año, les reportaría unos 10 millones de euros; esperarse a mediados del 2014, implicaría no obtener un centavo a cambio.

 

El camino que Memo visualizaba antes del Mundial 2010, era muy distinto: pensaba –como muchos en México- que sería titular con la selección y que a partir de eso algún club importante se lo llevaría al viejo continente. Lo que pasó ya se sabe: Javier Aguirre prefirió para la portería la experiencia de Óscar Pérez, y Ochoa no dispuso de la vitrina esperada. Un año después, se iba a Europa pero de forma muy distinta. Para muchos, a sufrir. Para él, a perseguir el sueño aunque fuera por un camino más sinuoso.

 

Hoy, el tiempo y sus atajadas le dan la razón. Quizá no con Liverpool o Atlético, pero Ochoa estará en unos meses en un cuadro de mucho mayor alcance que el modesto Ajaccio.

 

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