MADRID. Un nuevo motivo hizo estallar la ya de por sí vulnerable relación entre el gobierno del presidente español Mariano Rajoy con el catalán de Artur Mas. En esta ocasión, el tema es la educación.

 

El ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, afirmó que no hay ningún elemento en el anteproyecto de Ley Orgánica de la Mejora de Calidad Educativa que minimice la importancia curricular del idioma catalán, y aseguró que la norma no supone ninguna modificación en el régimen de inmersión lingüística en Cataluña.

 

Para la consejera de Enseñanza del gobierno catalán, Irene Rigau, la nueva propuesta de ley supone “una ofensiva contra la lengua catalana” y rompe con el modelo de escuela catalana que utiliza normalmente el catalán como lengua vehicular”.

 

Rigau resumió en tres puntos el ataque que, según ella, presenta el borrador del proyecto de ley: “En primer lugar se realiza una clasificación por materias y lo relega en la práctica a la cuarta lengua”. Esa opinión se basa en que el texto establece que en la enseñanza primaria habrá lo que se denomina materias “troncales” (que serán cinco y ocuparán como mínimo el 50% del horario), donde se incluye la lengua castellana y la literatura, al lado de las matemáticas, las ciencias sociales, las ciencias de la naturaleza y la primera lengua extranjera. Luego están las materias “específicas” (entre tres y cuatro por curso), donde se incluye siempre la educación física y la religión o una alternativa llamada “valores culturales y sociales” y otra asignatura que puede ser la educación artística y/o la segunda lengua extranjera. Y finalmente están las materias de “especialidad”, que serán como máximo una y la lengua cooficial, si la hubiere. Es decir, “se establecen materias de primera y de segunda categoría y el catalán queda marginado”, en palabras de la consejera.

 

El segundo gran motivo de preocupación es que en el examen de sexto de primaria los alumnos se comprobará “la competencia en comunicación en la lengua materna”. A juicio de Rigau, el Estado no sólo se reserva la formulación de estas pruebas externas de evaluación, que ya motivó las primeras protestas hace un mes, sino que introduce el término de lengua materna que rompe con el modelo de escuela catalana y “demuestra además muy poca reflexión, ya que en Catalunya hay unas cuantas lenguas maternas”.

 

Y el tercer elemento de rechazo al anteproyecto es que en las reválidas de final de la ESO y de bachillerato se dice que los alumnos deberán examinarse de una materia de especialidad, pero no indica que sea obligado hacerlo de la lengua cooficial. En la práctica eso significa que los jóvenes de Catalunya “podrán tener el título sin examinarse de catalán”. EFE

 

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