Durante años nos hemos acostumbrado a ver a los futbolistas expresarse sólo balón de por medio. Siempre aparece alguno más interesado o enterado por contextos socioeconómicos, pero la norma suele ser eludir temas complejos extra-cancha.

 

Sin duda, la más clara excepción es Oleguer Presas, ex jugador del Barcelona, involucrado de manera por demás activa en las causas cercanas a su parecer, el lunes se refirió en una entrevista al momento en que rechazó jugar para la selección española: “Yo me negué a jugar, pero no soy consciente de cómo fue la charla, no recuerdo los detalles, estaba nervioso. Le expliqué a Luis Aragonés (entonces seleccionador español) cómo veía el mundo y le dije que creía que si no hay suficiente implicación o sentimiento, lo mejor es que vayan otras personas”.

 

Oleguer llegó a ser titular del Barça aunque nunca se consolidó como gran estrella. Por mucho que en entrevistas o conferencias de prensa intentara centrar su discurso en el futbol, su vida estaba demasiado comprometida. Aparecía en campañas por el independentismo catalán, defendía en artículos a militantes de ETA juzgados, se refería constantemente a su etapa como okupa, tomaba cerveza en barrios en los que el común de sus compañeros jamás ha pasado, publicaba el libro Camí d’Ítaca (Camino a Ítaca) en el que mezclaba sus experiencias futboleras con reflexiones sobre la guerra en Irak y el sentido de la soberanía catalana.

 

Así perdió a su patrocinador, así llegó a escuchar que en algún campo el sonido local lo llamara Olegario (versión española del nombre catalán Oleguer), así estuvo en una trifulca por el cierre de un bar, así finalizó su etapa en el Barcelona y se fue al Ájax donde siguió igual de activo en protestas callejeras en Ámsterdam.

 

Un tipo de convicciones. Un personaje que tocó el cielo al poder jugar futbol (y ser campeón) con ese símbolo tan catalán que es el Barça. Un individuo al que, según explicaba el diario El País, le avergonzaba dar autógrafos por ser una actitud demasiado alejada de los ideales planteados por la izquierda y los okupas.

 

Al margen de si coincidimos o no con sus posturas, un futbolista congruente: desechó la posibilidad de intentar ir a un Mundial, porque simplemente no se identificaba con el uniforme a ser portado, con el himno a ser escuchado, con la nación a ser representada.

 

Oleguer ha admitido muchos años después lo sucedido en aquella convocatoria de Luis Aragonés. Retirado con apenas 32 años, inicia ahora su carrera política con la candidatura d’Unitat Popular-Alternativa d’Esquerres, partido independentista y de izquierdas, como el mismo nombre lo dice.

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