Jornada de fecha FIFA en la que actúan la mayoría de las selecciones, y eso nos permite observar a un cuadro en pleno renacimiento. El equipo de Bélgica ha resurgido poderosamente tras años de extravío.

 

Hubo una época en que toda Copa del Mundo contaba con la selección de este país. No sólo calificaba siempre, sino que además solía avanzar rondas y colarse entre la élite futbolera.

 

Era la Bélgica del carismático portero Jean-Marie Pfaff, del imponente defensa barbado Eric Gerets, de los volantes Enzo Scifo y Jan Culemans, de atacantes como Marc Degryse. Representativo que durante los ochenta logró opacar incluso al futbol de sus célebres vecinos holandeses.

 

Mientras Bélgica llegaba a semifinales en México 86, el 95 por ciento de su plantel actual no había nacido (si acaso los veteranos Daniel van Buyten o Timmy Simons, de escasa relevancia en las últimas convocatorias). Ni siquiera para Italia 90 habían visto su primera luz los hoy estelares Eden Hazard, Romelu Lukaku o Kevin de Bruyne.

 

El relevo generacional demoró y eso privó a los rode duivels (diablos rojos en flamenco) de acudir a los últimos dos mundiales y las pasadas tres eurocopas.

 

Sin embargo, esta nueva generación es brillante. Hazard llegó al Chelsea como estrella y a ese nivel se ha desempeñado; Axel Witsel es el crack del Zenit ruso y reúne condiciones para serlo en casi cualquier grande en el continente; Vincent Company porta con personalidad la capitanía del Manchester City; Thomas Vermaelen se ha erigido eje de la defensa del Arsenal; Marouane Fellaini es la principal razón por la que el Everton está convertido en mayor sorpresa de la temporada inglesa. Demasiados argumentos para asumir a esta selección como la de mayor progreso en los últimos años. Todo un renacimiento, digno de Brujas, Gante y Bruselas.

 

Nación bicultural, su anterior selección de futbol integraba con éxito a elementos valones y flamencos, algo casi siempre difícil para sus políticos (recordemos que recientemente pasó más de un año sin que un gobierno pudiera ser formado). Hoy, reflejo de su población, el equipo belga es más complejo y heterogéneo. Lo africano emerge en la calidad de Lukaku, Benteke, Dembele, Boyata, así como lo árabe aparece con hijos de marroquíes como Fellaini o El-Ghanassy (este último, todavía podría decidir jugar para Marruecos al tener los dos pasaportes).

 

Es otra Bélgica la que hoy camina con autoridad rumbo al Mundial 2014, pero que recuerda con intensidad al gran equipo que fue finalista en una Eurocopa y semifinalista en un Mundial, cuando los actuales seleccionados no habían nacido.

 

La fecha FIFA aglutina hoy en un representativo nacional a los jóvenes belgas. Para el fin de semana estarán brillando de nueva cuenta en las principales ligas europeas.

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