Pocos productos populares como el huevo han causado tanto impacto en el nivel general de los precios como ocurrió este año. Un solo dato lo revela: el incremento en los precios de la Canasta Básica pasó de 3.64% a 6.22% a tasa anual entre septiembre de 2011 y el mismo mes en este año.

 

Sin embargo, el impacto del huevo en la inflación general fue mayor a lo que las estadísticas oficiales publicadas por INEGI han mostrado, según el análisis sobre inflación que publica la Dirección de Estudios Económicos de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales, ANTAD.

 

El análisis estadístico que mensualmente publica ANTAD deja ver su sello de calidad. No me extraña porque el ex director de precios, salarios y competitividad del Banco de México, Javier Salas Martín del Campo -un conocedor como pocos de la medición y tendencia de los precios en el país- es ahora asesor de ANTAD.

 

Pues bien, en el comunicado mensual sobre inflación de agosto pasado -hoy ANTAD publica el comunicado correspondiente a septiembre- que eleva el pronóstico de inflación para el año de 3.85% a 4.10%, la ANTAD enmienda la plana a INEGI en cuanto al muestreo de precios del huevo.

 

Mientras que el organismo de estadísticas del país reporta en el Índice Nacional de Precios al Consumidor, INPC, un incremento en el precio del huevo de 27.91% para el bimestre julio-agosto, en el Índice Nacional de Precios al Productor, INPP, el incremento es de 53.01%. La baja inflación del huevo al consumidor se explica -dice ANTAD- por un error de muestreo por parte de INEGI.

 

Y lo explica así: “La Unión Nacional de Avicultores, UNA, señala que 85% del huevo que se vende en México es por kilogramo en puntos de venta tradicionales (mercado público, pollería o estanquillo), mientras que 15% restante se comercializa empaquetado en tiendas de autoservicio. En la medida que los puntos de cotización de la muestra del INPC no respeten las proporciones señaladas y se cotice más de lo debido en autoservicios se le estará imprimiendo un sesgo a la baja a la medición. En efecto, la “Consulta de Precios Promedio” del INPC en la pagina del INEGI, informa que de 273 levantamientos de precios que se realizan cada semana, 98 observaciones son a granel por kilogramo seguramente en puntos de venta tradicionales. El resto se reporta en paquetes de diversos tamaños (12, 18 y 30 piezas) donde predomina la rejilla de 30 piezas con 85 registros. Si todas las presentaciones empaquetadas que cotiza el INEGI son de autoservicio, se tendría que únicamente 35.9% de la información se recaba en mercado público, pollería o estanquillo, lo cual está desalineado con la información de la UNA.

 

La razón de la subestimación de la inflación es muy sencilla y se comenta en el Comunicado Mensual de Inflación de Julio. Resulta que los autoservicios tienen mayor capacidad de absorber los incrementos de precios que aplican los mayoristas, mientras que el pequeño comercio, por la escala de su operación, se ve obligado a repercutirlos en su totalidad. Y no queremos hablar de especulación en el comercio tradicional, que podría darle otro impulso al alza de precios”, concluye ANTAD.

 

Allí está la explicación de por qué el olfato y el bolsillo de las amas de casa no le creen a INEGI ni al secretario Bruno Ferrari cuando se trata de comprar huevos.

 

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