En los últimos días hemos leído y escuchado con singular alegría que la economía mexicana, en el segundo trimestre del año, se ha desempeñado con un crecimiento del 4.1% con respecto al 2011, según el informe del Indicador Global de la Actividad Económica presentado por el INEGI. Aunque la cifra se encuentra .2% debajo de lo estimado, el crecimiento fue sorprendente considerando el contexto internacional, la situación europea y la desaceleración económica de nuestro vecino del norte de quien tanto dependemos.

 

Analistas económicos, en especial del Financial Times, afirman que la “buena” situación de México responde a una renovada fuerza en el mercado doméstico, además de una fuerte inversión pública necesaria durante el proceso electoral. Por lo pronto, México ha sabido mantenerse de pie ante la tormenta en la que se encuentra el mundo.

 

Lo que es una realidad es que inversionistas internacionales han estado poniendo el ojo en México, incluso por encima de Brasil, que en teoría y durante la última década ha sido el favorito de América Latina. Inclusive dentro del reporte citado en The Financial Times, de Normura Equity Research, se han aventurado a afirmar que en la siguiente década México crecerá por encima de Brasil, ostentando el título de la economía más grande de América Latina.

 

Según Reuters, las acciones y el mercado mexicano han atraído inversionistas, incluso aquellos que normalmente invertirían en Brasil, ya que éste último ha perdido un poco de su boom, mientras que México no sólo se mantiene estable, sino que ha estado creciendo paulatinamente.

 

México tiene algunas ventajas comparativas con respecto a Brasil. En primer lugar la economía de los reyes del carnaval este año ha crecido 2% comparado con un crecimiento de 7.5% hace dos años. El tope en su crecimiento significa que Brasil no puede seguir contando con el aumento en los precios de las commodities. Por otro lado mucha de la industria brasileña se ha vuelto poco competitiva resultado de sus tratados comerciales que pecan de proteccionistas, además de un aumento en costos de producción.

 

En cambio, durante la última década, aunque México no creció a la misma rapidez que Brasil, todavía tenemos espacio para llegar a la cúspide con un inmenso potencial de expansión. Las ventajas que se citan para nuestro país son por un lado nuestro famoso bono demográfico de una población mayoritariamente joven que en teoría debería ser productiva y, por el otro, existe potencial de crecimiento para el sector bancario.

 

México cuenta con una deuda pública relativamente baja, poco déficit y sobre todo reglas abiertas de mercado, al no haber control de flujos de capital nuestro país se vuelve más atractivo que Brasil para inversionistas. Sin embargo el mercado de valores representa apenas un tercio del brasileño y el producto interno bruto de México sigue siendo la mitad que el de Brasil.

 

No obstante, la esperanza se aviva y fortalece. China empieza a perder competitividad al subir sus costos de producción y sobre todo por los altos costos de trasporte. Por ello nuestro vecino del norte podría volver la vista hacía la industria manufacturera mexicana. Dependerá de la recuperación del Tío Sam, pero sobre todo, de que el nuevo gobierno sepa controlar y no sea controlado por los oligopolios y oligarquías que nos convierten en un país crónicamente no-competitivo.

 

Claramente estas son algunas especulaciones con cierto fundamento, sin embargo  habríamos de esperar para ver cómo se desempeña el nuevo gobierno del PRI y sobre todo si se sacan adelante las reformas que tanto hemos esperado: laboral, hacendaría, energética. No se necesita un genio para entender que en México se tienen que sentar las bases para que no cueste tanto a las empresas generar empleos, que es necesario reducir la dependencia del sector petrolero sin dejar de recaudar lo suficiente para invertir en infraestructura y que es importante que exista la posibilidad de atraer inversión privada en el potencialmente enorme sector petrolero.

 

Ahora, el problema a enfrentar es que a los mexicanos siempre nos ha costado trabajo creérnosla. Creer que México sí puede crecer para ser un país fuerte y lleno de promesa. El país tiene un potencial de crecimiento inigualable, sin embargo, tenemos que dejar ir de una vez por todas las ataduras del pasado.

 

 

 * Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública, estudiante de la maestría de antropología en Goldsmiths College, University of London. Asistente de investigación en Contorno, Centro de Prospectiva y Debate. sofiard@me.com

 

En abril de éste año, las estadísticas demostraron que México llego a un récord de exportaciones representando 25.7 mil millones de dólares, 2.5% más alto que en marzo.

 

El índice de desempleo ha disminuido de 5.1 a 4.9 en un año.

 

La inflación es de apenas 3%, lo que significa que es menor no sólo que la de Brasil sino que la de Inglaterra también.  (Información obtenida de blog “beyond Brics” del Financial Times)

 

Según el FMI, el crecimiento esperado para este año es de 3.9%, lo que representa casi el doble del crecimiento promedio anual del país durante la última década.