El último minuto también tiene sesenta millones, podría ser el tópico para la jornada de cierre del mercado futbolero.

 

Cada verano se estipula una fecha límite para registrar jugadores de cara a la ya iniciada temporada. En este caso, hasta la medianoche del viernes 31 de agosto los equipos pudieron reforzarse en Europa y, como suele suceder (o, si acaso más que nunca), las operaciones se pospusieron al máximo posible, quedando centralizadas en esas horas finales.

 

Fuera para aspirar a una ganga, fuera para desgastar y regatear al vendedor, fuera para presionar al que requería urgentemente una contratación, pero casi todos se esperaron.

 

Entonces sí, ya al borde de escuchar la campana, el Real Madrid consiguió la cesión del ghanés del Chelsea, Michael Essien, y se definió que Gio dos Santos va al Mallorca, y tanto el español Javi García como el brasileño Maicon al Manchester City, y el Tottenham amarró al estadunidense Dempsey y al portugués Moutinho, y Juventus al danés Bendtner, y Van der Vaart al Hamburgo, entre cientos de fichajes más que se consumaron con un ojo al reloj y otro a la cartera.

 

Lo más curioso de esta dinámica es que las ligas europeas ya están en marcha y el cierre de mercado no se hace coincidir con el arranque de los torneos. Así, la pretemporada (y, más allá de ella, un par de jornadas de la temporada misma) se trabaja con plantel incompleto. Así, todos los conjuntos reciben a sus supuestos salvadores en otra forma física y necesitados todavía de adaptación. Así, el dinero derrochado tarda en redituar en el campo.

 

El director técnico presiona para que alguien más llegue, calcula si alguna línea luce débil, interpreta que algún futbolista puede dejar más dinero con su salida que futbol con su permanencia, y entonces se elaboran las compras de pánico: celulares sonando, negociaciones ardiendo, intermediarios-agentes-promotores-directivos persiguiéndose.

 

En el mundo perfecto, el cierre de registros tendría que ser a un par de semanas de abrir el certamen a fin de conjuntar y cerrar filas, pero eso nunca sucederá.

 

¿Por qué los clubes pasan mes y medio de soporífero verano sin mover ficha y desatada la contra-reloj ya gastan? ¿Por qué todos se comportan como el alumno de secundaria que deja toda la tarea para el domingo a las 10 de la noche? ¿Por qué evidencian tan severa falta de planeación?

 

En parte, porque hay una especie de efecto dominó acentuado por la crisis actual: supongamos que un jugador cuesta 10 millones de euros al equipo X; con ese ingreso, tal club compra a un joven por 6 millones; dichos millones sirven para que otra institución acceda a algún reemplazo y la cadena sigue.

 

Tal como describía inteligentemente el director técnico del Arsenal, Arsene Wenger: “el mercado está abierto por dos meses, pero por un mes y tres semanas es como si estuviera casi cerrado. Todo se efectúa en la última semana y a partir de ese momento cada minuto cuenta. Es cuando la actividad sucede”.

 

El asunto es que Gio dos Santos buscará por fin tener regularidad en el Mallorca español y cierra una etapa muy obscura en el Tottenham. Tres veces fue prestado (Ipswich, Galatasaray y Racing) mas nunca logró consolidarse o sentirse apreciado por el cuadro londinense. Con 23 años, el ofensivo tricolor tiene mucha más experiencia con la selección mexicana (Mundial, Copa América, dos Copa de Oro, además de Mundiales sub-17, sub-20 y Olímpicos) que a nivel de clubes.

 

Ha llegado momento de mostrar que se equivocaron quienes no le dieron minutos y que verdaderamente posee nivel para desequilibrar, aunque la manera de llegar al Mallorca dista de ser la idónea: un par de meses después respecto al inicio del proyecto.

 

Caso opuesto, su hermano Jonathan se aferró a quedarse en el Barcelona, incluso a sabiendas de que dispondrá de pocas ocasiones para jugar. Adaptando frases bíblicas, Jona ha preferido ser cola de de león que cabeza de ratón y el tiempo dirá, aunque de entrada parece absurdo para su carrera el acceder a tan limitado roce en primera división por mucho que este sea en el potente medio campo del Barça.

 

El libro de registros estará cerrado hasta el mes de diciembre. Entonces abrirá por unas semanas y quienes en ese lapso sean traspasados lo harán bajo condiciones todavía menos recomendables: con un torneo desatado y proviniendo de una inercia completamente distinta.

 

Es lo que hay y bajo esas rutinas funciona el futbol más caro del planeta: bajo las compras futboleras de pánico que nos recuerdan que, efectivamente, el último minuto también puede tener sesenta millones.

 

@albertolati

 

 

 

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