Desde el fin de semana pasado cuando el euro se cotizó a 1.21 dólares -la paridad más baja en los últimos dos años- y en México las casas de cambio vendieron euros a 16.50 pesos, se han multiplicado las notas periodísticas destacando “la caída del euro a niveles mínimos”.

 

¡El mundo al revés! Lo que debe llamar la curiosidad, la atención y la investigación periodística es exactamente lo contrario.

 

¿Acaso no es anormal que el euro muestre una fortaleza inusitada frente al dólar y a otras divisas duras del mundo, cuando las economías en las que se respalda atraviesan por la peor crisis desde que comenzó a circular en enero de 2002?

 

¿Acaso la posibilidad inédita de la ruptura de la zona euro y la desaparición del euro como divisa no es lo suficientemente grave como para debilitar a la moneda más allá de lo ocurrido a finales de 2005 cuando el euro se cotizó a 1.18 dólares?

 

¿Por qué, entonces, debe llamar la atención noticiosa que el euro se cotice a 1.21 dólares en los mercados de divisas?

 

La noticia tendría que ser la inusitada fortaleza del euro frente al dólar estadunidense y, en todo caso, la inexplicable sobrevaluación de la divisa europea respecto de divisas como el dólar o de monedas con un respaldo económico fuerte, como lo es el propio peso mexicano o el peso chileno.

 

Una nota reciente del WSJ cita a los analistas del Bank of America Merrill Lynch quienes explican que la resistencia del euro proviene en parte de una fuerte reducción de los activos extranjeros (no nominados en euros) por parte de los bancos de la zona euro en un monto no menor a los cuatro billones de dólares en los últimos cuatro años. Otros más aluden a las fuertes compras de euros por parte de gobiernos como China en un intento de ayudar a la Unión Monetaria a mantenerse a flote.

 

Pero sobre todo la explicación respecto de la fortaleza del euro tendría que darla el Banco Central Europeo que a lo largo de la crisis ha sido reacio a reducir las tasas de interés -sólo lo ha hecho recientemente- siguiendo la política implementada por la Reserva Federal estadunidense, favoreciendo la sobrevaluación del euro.

 

La pregunta es si el euro -ahora sí- se encamina a reducir su sobrevaluación.

 

La respuesta tiene una alta probabilidad que sea “sí”. A pesar de las recaídas de la economía estadunidense, de su abultado déficit fiscal y del natural nerviosísimo que se acrecentará con las elecciones presidenciales de noviembre próximo, el dólar no parece debilitarse en el mediano plazo.

 

Mientras tanto, el deterior de la deuda europea está multiplicando las políticas de austeridad en gran parte de la zona euro y nublando los pronósticos de crecimiento en el corto plazo a pesar de los anunciados programas de ayuda al crecimiento comunitario. Ello y el desvanecimiento de los factores que sobrevaloraron al euro, es probable -dicen algunos expertos cambiarios- que encaminen el debilitamiento de la divisa hacia una frontera de 1.15-1.10 dólares para los próximos meses. Aunque la lógica económica diría que en la circunstancia actual el euro debería cotizarse por debajo de un dólar estadunidense.

 

Recién así, en esos niveles, las paridades cambiarias se acercarán a la “normalidad”. Pero por ahora la noticia sigue siendo la sobrevaloración de la divisa europea.

 

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