París.  El presidente de Francia, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, apelaron hoy en el 50 aniversario de la reconciliación entre sus dos países a la necesidad de que Europa se mantenga unida para llevar a cabo el “trabajo hercúleo” de superar la crisis.

 

 

“El desafío de Europa ya no es su reconstrucción, sino su transición”, dijo Hollande en su discurso, en el que destacó que el actual desafío de la Unión Europea “no es el primero ni será el último, pero puede suponer un nuevo punto de partida”.

 

 

Para el presidente, los integrantes de la UE deben apostar por “aliar competitividad y solidaridad, soberanía nacional y compromiso europeo”, e incrementar el ritmo que conduzca a la unión política y permita que “Europa vaya más lejos”.

 

 

La jornada se inició con una misa en la catedral y al término de la misma y a la entrada del templo tomó igualmente la palabra Merkel, quien subrayó que el papel franco-alemán al frente del timón europeo “no es exclusivo” y busca la colaboración del resto.

 

 

“La unión económica y monetaria tal y como fue concebida hace 20 años no es todavía lo suficientemente fuerte. Debemos completarla a nivel político. Es un trabajo hercúleo, pero Europa es capaz”, dijo la canciller.

 

 

Con este encuentro se dio por inaugurada una serie de actos con las que a lo largo del próximo año se va a celebrar esa reconciliación oficial de los dos países, que llegó 17 años después del final de la II Guerra Mundial.

 

 

“Quiero que a esta celebración se unan todos los socios”, dijo el presidente, para quien Francia y Alemania “no quieren dar lecciones, sino simplemente dar ejemplo”, y no buscan tampoco imitarse, “sino reforzar sus vínculos para ser más fuertes juntos”.

 

 

El día se vio ensombrecido por la profanación anoche en el cementerio militar de Saint-Etienne-à-Arnes, a 40 kilómetros de Reims, de 51 tumbas de soldados alemanes que fallecieron durante la I Guerra Mundial y sobre la que ya se ha abierto una investigación.

 

 

“Ninguna fuerza oscura alterará la amistad franco-alemana”, destacó Hollande, que animó a la canciller a escribir juntos “una nueva página” en la historia común de sus países, que perdure más allá de sus mandatos.

 

 

El acto fue sobre todo, según Hollande, una suerte de homenaje a De Gaulle y Adenauer, “dos visionarios en política”, cuyo gesto histórico, tal y como añadió la canciller, “solo puede apreciarse en su justa medida mirando el largo camino recorrido”.

 

 

“La amistad, una palabra fuerte, no se hereda, se cultiva, no se conmemora, sino que se comparte. Es nuestro deber y responsabilidad”, le dijo el presidente, añadiendo que su buena relación “es decisiva” a la hora de superar los retos que se le plantean a la eurozona.

 

 

Ambos compartieron esa idea de que Francia y Alemania marcan el camino pero no están solos, e incidieron igualmente en que la posibilidad de superar la actual crisis y de que “Europa vaya más lejos” reside en el hecho de mantener la confianza y la unidad con el resto.

 

 

Con este llamamiento recurrente a la amistad, los dos mandatarios dejaron de lado sus diferencias a la hora de abordar esa crisis, sobre la que Hollande aprovechó para defender que “se impone avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo, capaz de aliar resultados económicos y progreso social”.