La inseminación artificial será la opción para mantener la descendencia del linaje de pandas gigantes nacidos en México. El éxito del programa de reproducción asistida para Xin Xin -cuyo nombre significa esperanza en chino- significaría toda una hazaña: lograr la reproducción en cautiverio de tres generaciones de esta especie.

 

La crianza de pandas en cautiverio es muy difícil, sólo 10% logra aparearse de manera natural y sólo se preñan 30% de las hembras. Además, 60% de los pandas cautivos pierde totalmente su deseo sexual, según datos del Centro de Conservación e Investigación de Osos Panda en Wolong, China.

 

Para mantener el linaje de pandas nacidos en México, en 15 días arribarán especialistas chinos al zoológico de Chapultepec para revisar a Xin Xin y preparar la fertilización que se planea para marzo de 2013, con semen congelado traído de China.

 

En el marco del 89 aniversario del zoológico, la secretaria de Medio Ambiente del Distrito Federal, Martha Delgado, anunció que el programa forma parte de un convenio con el gobierno de China que permitiría que, en caso de resultar exitosa la inseminación, la cría se quede en territorio mexicano.

 

El país asiático lleva a cabo desde hace varios años un programa para la reproducción de pandas en cautiverio, que consiste en la renta de parejas de osos a las naciones interesadas, por un millón de dólares anuales. Como parte de este “contrato”, cuando se logra la reproducción la cría debe volver a China al cumplir dos años.

 

“Llevamos tres años trabajando en el convenio y las gestiones y hoy se logran estos avances”, destacó la funcionaria.

 

Hace 22 años se registró en México el último nacimiento de un panda, el de Xin Xin  precisamente. Esta panda gigante fue la primera y única cría nacida de la pareja conformada por Tohuí y Chia Chia, éste último un macho que  Inglaterra prestó México con fines de reproducción.

 

Después de Xen Li, que vivió sólo ocho días, Tohuí fue la primera en nacer en territorio mexicano, y cuyos padres Pe Pe y Ying Ying llegaron al país en 1975, regalados por China como un símbolo de amistad entre las naciones.

 

Tohui tuvo seis hermanos más, de los cuales sobreviven las hembras Xin Hua y Shuan Shuan de 27 y 25 años, respectivamente, quienes nunca lograron reproducirse. Shuan Shuan viajó a Japón dos años en busca de un compañero, pero regresó sin cría.

 

Los únicos dos machos murieron. Las pandas mexicanas se quedaron sin pareja y posibilidades de tener más crías. Por su edad, Xin Hua y Shuan Shuan ya no tienen oportunidad, pero Xin Xin podría tener una cría a sus 22 años.

 

Estas pandas son las más longevas de todos los ejemplares en cautiverio que poseen como propios o en calidad de préstamo Australia, Japón, Tailandia, Austria, Francia, España, Alemania y Estados Unidos.

 

China puso en marcha este programa de resta para evitar la extinción de la especie, ya que actualmente hay sólo mil 700 animales en vida silvestre, que siguen desapareciendo por la destrucción de su hábitat y la caza indiscriminada.

 

En caso de que la inseminación de Xin Xin no resulte existe la posibilidad de traer un macho o una pareja de pandas jóvenes que lograran reproducirse en el país, aunque esto todavía no se ha definido.

 

Nuevo inquilino del zoológico de Tokio

 

Una cría de oso panda gigante nació ayer en el zoológico de Tokio, en lo que supone el primer nacimiento de un osezno de esta especie en la capital japonesa en casi un cuarto de siglo, anunciaron los responsables del centro.

 

La cría, de la que aún se desconoce el sexo, y su madre, la panda gigante Shin Shin, se encuentran en buen estado, indicó un portavoz del parque zoológico de Ueno (norte de Tokio) a la agencia local Kyodo.

 

Se trata del primer nacimiento de una cría de panda gigante en 24 años y también el primero logrado por reproducción natural, ya que hasta 1989 en el parque nacieron tres crías concebidas por inseminación artificial.

 

Shin Shin y su compañero, el panda Li Li, viajaron en 2011 a Japón desde China, que los cedió al zoo tokiota por diez años a cambio de unos 950 mil dólares anuales, en el marco de la llamada “diplomacia del panda” de China, que considera a estos animales como un tesoro nacional y en ocasiones los dona a otros países como una especie de embajadores de buena voluntad.