Alguna vez fue arte de lo inacabado: jugar maravilloso, deleitar la pupila, garantizar al minuto 5 que no pasaría apuros, que abrumaría al rival, que tanta llegada se convertiría en goliza… Y finalizar eliminados.

 

En Holanda no saben si su fatalista futbol viene de haber perdido dos finales mundialistas consecutivas en los setenta o si más bien perdieron aquellas dos finales porque su futbol ya poseía ese ingrediente de derrota.

 

En la Euro 2000 los tulipanes bordaban un futbol de altísima costura y la Italia más conservadora los echó fuera, incluidos cinco penales errados (dos en pleno partido, tres en la serie definitoria). Por entonces se recordó una reveladora frase del delantero Patrick Kluvert: “lo que importa no es que sea gol, sino que sea bonito”. Sin embargo, lo mismo podía retomarse una explicación del técnico Leo Beenhakker declarada tras el fracaso (otro) de Italia 90: “En un Mundial o Eurocopa, el 90 por ciento de los equipos asiste para ganar, pero siempre hay uno que simplemente desea mostrar lo bien que sabe jugar: ese equipo es Holanda. Ese es nuestro drama. Con toda nuestra capacidad técnica y táctica, con todo nuestro talento, con nuestro futbol ofensivo, solamente hemos ganado una vez un torneo grande (la Euro 1988) y eso fue por accidente. Como un boxeador que es muy bueno, pero no sabe noquear al contrincante”.

 

Y bajo ese estigma se desarrolló el futbol holandés. Quizá en su afán de contraponerse en todo a sus vecinos y agrios rivales alemanes, también les llevaron la contraria a la hora de jugar futbol: todo lo implacable que históricamente ha sido la selección teutona, puede hallar opuesto en el hasta hace poco siempre más virtuoso cuadro neerlandés.

 

Pero tales conceptos han cambiado. En esta Euro 2012 y con una generación de cracks envidiable (tres de los mejores del futbol alemán: Robben, van Bommel y Huntelaar; dos de los mejores del inglés: van Persie y van der Vaart; uno de los mejores del italiano: Sneijder) Holanda no podrá culpar de su eliminación a haber sido vistosa, a haber olvidado poner la última pincelada a la obra de arte, a haber sacrificado la eficacia en aras de la estética. Esta vez, más que atribuir la prematura eliminación a jugar bonito, tendrán que achacarla a no haber jugado en absoluto.

 

Robin van Persie, con diferencia uno de los mejores elementos de la última temporada europea, confirmó que podría inspirar la versión futbolera de un libro de Robert Louis Stevenson sobre doble personalidad: en Arsenal es Dr. Persie; con Holanda ha sido el más obscuro Mr. Hyde. Personaje que no sabe compartir protagonismo, que requiere sentir que sobre su genio recae toda la responsabilidad.

 

Holanda se va de la Euro 2012 con cero puntos y once egos condenados a solistas, no a orquesta, tan diferente a aquel futbol histérico pero exquisito de los setenta, cuando los once naranjas se convertían en bloque incontenible. Holanda se va de la Euro, y eso es lo que más le espanta, muriendo precisamente de la forma que se había prometido nunca jugar: mal. Holanda se va de la Euro y, cuesta creerlo, por primera vez no duele a los neutrales su caída, porque para tenerla disfrazada de otra burda cosa, mejor dejarla ir, regenerarse, reencontrarse, y gozar con lo que otros entregan en este maravilloso certamen.

@albertolati

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