No son fanáticos cuyo temperamento sea controlado y determinado por las actuaciones del candidato de su partido favorito y, sobre todo, del candidato antagonista. Son los indecisos los que pueden conciliar y apaciguar a los extremistas; a los fundamentalistas que proponen el ambiente sonoro en las mesas de las comidas familiares domingueras o en los hoteleros desayunos de grillos.

 

Una parte de los indecisos lo son porque todavía pueden asombrarse de las agresiones del tuitero (mexicano) cuya antropología, que emerge para zaherir en pocas palabras, embona a la perfección con las nuevas propuestas de las redes sociales.

 

Según un estudio del semanario Enfoque del periódico Reforma (15 de enero de 2012) los indecisos tienen rostro de mujer (amas de casa), jóvenes menores a los 30 años, con estudios, obreros, minorías religiosas entre los que sobresalen evangélicos y protestantes, electores no partidistas y votantes pertenecientes al centro ideológico.

 

En España, uno de cada tres votantes no había decidido su voto 40 días antes de las últimas elecciones celebradas el 20 de noviembre de 2011 (CIS), mientras que en las de Francia, la relación bajó a uno de cada diez, 30 días antes de que se llevara a cabo la primera vuela el 22 de abril de 2012 (Ipsos).

 

En México, 14 días antes de las elecciones presidenciales, entre 8 y 12 millones de potenciales votantes aún no saben por quién lo harán.

 

En el 2000, nació el movimiento sociológico del voto útil. Se trató de un escenario de decisiones donde se representó una especie de juego de futbol donde unos jugadores tenían setenta años de edad y los otros, jóvenes, organizaban sus tácticas de juego teniendo como “entrenador” al censo de población protagonizado, por supuesto por las cohortes juveniles. La tercera opción, el PRD, presentaba por tercera ocasión al candidato Cuauhtémoc Cárdenas, cuyo mejor momento ocurrió doce años antes, en 1988. Los indecisos encontraron en la estrategia del voto útil a la mejor herramienta para “sacar al PRI de Los Pinos”.

 

Seis años después, el caso de corrupción del precandidato Arturo Montiel dejo la contienda electoral entre dos. Vicente Fox desgastó al partido y el jefe de Gobierno de la Ciudad de México escaló el raiting de la popularidad. Los indecisos votaron por el establishment. No hubo voto útil, pero sí publicidad útil.

 

A 14 días de las elecciones, de los imponderables electorales surge una pregunta que no es ¿por quién vas a votar?, más bien, la pregunta es ¿por qué encuesta vas a votar? Algo peor, lo que plantean algunas encuestas es lo siguiente: ¿En contra de quién vas a votar? Así puede nacer el voto útil.

 

Informados o no

El calor comienza a ser sorteado a través del café, la noche del jueves.  En una cafetería de Polanco, Ciudad de México, Rubén Hernández realiza un diagnóstico sobre los indecisos.  Matemático y académico, forma parte del consejo de sabios del IFE. Se encarga, entre otras tareas, de generar escenarios con diversos diseños muestrales a partir del volumen de información que las encuestas de salida recogen.

 

La de 2012 será la cuarta elección en la que participará Rubén Hernández. Recuerda la última. La de 2006, cuando Rodolfo Tuirán se acercó a él para decirle que los resultados “vendrán cerrados, la situación será complejo”.

 

Amurallados y sin poder usar sus teléfonos celulares, los sabios del IFE permanecen aislados del exterior la noche de la elección.

 

Hernández comenta que los indecisos se bifurcan entre quienes reflexionan a la cosa pública y aquellos que no son seducidos por ella, lo mismo por el hartazgo sobre la retórica que por la carencia de incentivos. Y es que en la pluralidad también cabe la indiferencia por la política.

 

Los indecisos son los que despiertan mayor interés sobre los encuestadores. Éstos tratan de seguir sus huellas, de conocer sus hábitos y costumbres, las razones que los llevan a perpetuar sus dudas hasta, quizá, un segundo antes de cruzar la boleta electoral.

 

Muchos de los indecisos, continúa Rubén, no quieren atender a las preguntas del encuestador. Los interrumpen con la ya clásica reacción antropológica “el voto es secreto” o con un sincero “no me interesa”.

 

Existen los indecisos que se hacen y los que lo son por naturaleza. La crítica fundamentada nace, en muchos de los casos, de la preparación educativa, la ramplona se apropia de aquellos que no tuvieron la fortuna de ser educados pero también de los ideologizados in extremis, es decir, de los fanáticos que no logran ser autocríticos ni ver debilidad alguna en el cuerpo ideológico de su candidato favorito.

 

Una de las herramientas fundamentales para conocer la identidad de los indecisos es la encuesta.  A través de las muestras, las encuestas miden la calidad del aire electoral; la toxicidad de lo que respiran los electores, la polución, la transparencia, el oxígeno que hace vivir al cuerpo democrático. Hace 18 años pocos pensaban que las encuestas podrían formar parte de ese aire contaminado, pero en la actualidad tal vez formen parte de él. La pregunta que subyace en los medios y actores políticos es, ¿por qué encuesta vas a votar? Para los indecisos se trata de algo más que una simple pregunta, es su justificación para permanecer en estado de duda. Otra pregunta de naturaleza tóxica es: ¿por quién no vas a votar?

 

Para seducirlos

Los indecisos españoles, franceses y griegos, también se bifurcan entre los politizados y los que no les interesa la política; sin embargo, las motivaciones pueden variar. En España, el grupo de los indignados se convirtió en un componente toral durante las elecciones pasadas.

 

Hartos y desesperados por la situación económica, muchos de ellos castigaron al partido gobernante, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) más allá del candidato opositor, Mariano Rajoy. En Francia, al entonces presidente y candidato Nicolas Sarkozy le sucedió algo similar. Para millones de franceses, la relación entre él y la canciller Angela Merkel era totalmente asimética a favor de la alemana, es decir, Sarkozy era un rastrero o entreguista.

 

Philippe-Joseph Salazar dirige el programa académico Retórica y Democracia, en el Colegio Internacional de Filosofía en París, y escribe en los sitios de internet Le Nouvel Observateur Plus y Atlantico.fr. En su reciente libro De l’art de séduire l’electeur indécis (El arte de seducir a los electores indecisos) señala que la pérdida o ausencia de admiración de la sociedad sobre los políticos se convierte en uno de los elementos torales que origina la aparición de los indecisos. Produce admiración entre los integrantes de la sociedad, las cualidades de una persona. Lo mismo de un futbolista que de una película; en un político que en un cantante.  El problema de los políticos, señala Salazar, es la distancia que los separan de los ciudadanos. En esa brecha, cruzan cientos de intereses para los indecisos, desde sus estudios hasta su economía; desde sus hábitos de diversión hasta un rico café. Muy lejos están los políticos.

 

El mejor ejemplo es la clase política griega. ¿Qué cualidades puede ofertar a la población si las reformas económicas se hicieron desde Bruselas, como consecuencia del ineficiente manejo de la crisis que estalló a partir de la manipulación de cifras macroeconómicas? La respuesta es clara. Tan clara, que la ruptura del bipartidismo (Nueva Democracia y Pasok) beneficia a agrupaciones ultras, lo mismo de izquierda como de derecha.

 

Aquí y ahora

 

Regresando a México, ¿cuáles son las cualidades de Josefina Vázquez Mota, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Gabriel Quadri?

Se lo pregunto a un grupo de jóvenes disidentes pertenecientes al #Yosoy132.

 

Gabriel Herrera, con 21 años de edad responde: “Nos parece absurdo y pueril las cualidades que nos desean vender a través de la publicidad. Tampoco estuvimos de acuerdo que surgiera una masa crítica dirigida a uno de los cuatro candidatos. El movimiento nació en contra de la manipulación de la información, pero ahora ya se contaminó”.

 

Alejandra Muller, confiesa con orgullo su indecisión. “No sé por quién votar”. Ella lamenta que los candidatos parecen vendedores de Avon. Lo dice porque cuando era niña su mamá se quejaba de ellos por la insistencia de quererle vender sus productos.

 

La diferencia es que los vendedores de Avon llevaban consigo los productos tangibles para que los potenciales clientes los probaran, en el caso de los candidatos lo que venden es confianza, un bien escaso e intangible entre los actores de la clase política.

 

Los políticos que tienen una larga trayectoria entregan a los ciudadanos un mayor volumen de información para ser evaluada. Otra vía de alimentación de información, y en muchas ocasiones de manipulación, son los medios de comunicación.

 

En el caso de México, algunos de ellos utilizan a las encuestas como arma para sostener batallas en contra de algún candidato y no como un producto de información de interés público. ¿Se vota por candidatos o por encuestas? ¿Por quién no vas a votar?, nos dicen.

 

La retórica democrática, dice Philippe-Joseph Salazar, ayuda al candidato a transmitir de manera eficiente sus cualidades. En 2007, el entonces candidato Nicolas Sarkozy logró transmitir confianza a través de la frase “Trabajar más para ganar más”. Se trataba de una frase meritocrática. Las palabras calaron en la sociedad arrinconada por las injusticias cotidianas. En 2012, François Holllande eligió la frase “Pacto con los jóvenes”. Una frase con elevado contenido empático. La noche de su victoria, desde la Bastilla, Hollande ratificó que así lo haría: “Seré el presidente de los jóvenes”.

 

Para los indecisos mexicanos, la credibilidad de los políticos ya no se obtiene a través de la publicidad debido a su desgaste, producto del enorme número de spots que emiten los medios de comunicación pero, sobre todo, la sociedad comienza a darse cuenta de que la ficción convence y se sostiene a través de actos (reales).

 

La clase política desconfía de la sociedad y la sociedad desconfía de la clase política.

 

Hace 6 años, el político César Augusto Santiago manifestó al IFE su desacuerdo con los conteos de salida porque, si bien estaba dispuesto a reconocer la victoria del PAN o del PRD, deseaba negociar con el ganador antes de reconocerlo. Ahora, fue el PRD quien le manifestó al IFE su desacuerdo con los conteos de salida. Al parecer, la ciencia es enemiga de los políticos. Por algo será.

 

Hace seis años, los partidos políticos le impidieron al consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, redactar su primer discurso que leyó una vez que cerraron las casillas electorales. Los partidos, otra vez, se escandalizan con la emisión de la comunicación real e inmediata.

 

Los indecisos no olvidan.

 

Por lo pronto, los indecisos tienen 14 días para disipar dudas. Si éstas preexisten y votan por alguno de ellos, significa que la emoción les movió la mano. Si no votan o lo anulan continuarán siendo indecisos.

 

Perfil de los indecisos:

Mujeres (Amas de casa)

Jóvenes menores de 30 años (Estudiantes)

Obreros

Minorías religiosas (evangélicos y protestantes)

Electores no partidistas

Votantes del centro ideológico

Fuente; Enfoque de Reforma, 15 de enero de 2012

 

 

¿Cómo convencer a los indecisos?

Ganar el respeto
Trabajar los atributos con los que se produce la admiración
Ser un enigma en movimiento
Buscar la conversación con los electores

Fuente: De l’art de séduire l’électeur indécis (El arte de seducir a los votantes indecisos) de Philippe-Joseph Salazar, 2012

 

Frases de impacto

 

Trabajar más para ganar más (Nicolas Sarkozy, 2012)

Pacto con los jóvenes (Francois Hollande, 2012)