A menudo el rival más peligroso para un equipo es la expectativa. Por ello es común que las conferencias de prensa, entrevistas, encabezados, se ocupen de pasar cual papa caliente la condición de favoritos.

 

Si acaso y en parte por ello, pocas selecciones son capaces de refrendar un título. También cuentan factores como lo saciada que puede estar una generación al ya haberlo ganado todo y, sobre todo, cuánto cambia un plantel en cuatro años (o dos, si consideramos de Mundial a Eurocopa).

 

El asunto es que España ha llegado a este torneo con todos los reflectores encima, pero, por lo visto, con escasa confianza de su entrenador en los posibles delanteros. Sólo así podrá entenderse que ante Italia haya alineado a seis mediocampistas nominales: Busquets, Xavi, Xabi Alonso, Iniesta, Cesc Fábregas y David Silva. Sí, los tres últimos con inmensa capacidad de resolución y definición, aunque nunca con la presencia de área que supone contar con un genuino rematador.

 

Tras el empate a uno, Italia sale más fortalecida que España. Primero, porque sin necesidad de encerrarse, pudo frenar e incluso derrotar al campeón del mundo (el rebelde Mario Balotelli no acertó una clarísima). Segundo, porque Andrea Pirlo demostró que sigue teniendo llaves para abrir casi toda cerradura. Tercero, porque tras una semana muy tensa debido al escándalo de apuestas, ha logrado que en su país se vuelva a hablar de lo que pasa en la cancha.

 

Un día antes, los otros dos principales aspirantes, hicieron su debut. Holanda se ahogó ante Dinamarca en la primera verdadera sorpresa del torneo. Robin van Persie, jugador del año en la liga inglesa, constató que no brilla igual al compartir protagonismo; que su talento asoma –como en el Arsenal- cuando se ve rodeado por jugadores más modestos; que tiene una peculiar necesidad –valga la redundancia- de sentirse necesitado.

 

La segunda sorpresa pudo llegar en el Alemania-Portugal, pero los lusitanos no pudieron convertir en goles sus buenos momentos y los germanos han recuperado la faceta que mejor definió a su futbol por varias décadas: saber ganar, ser implacables en el instante definitivo. No fue el inicio más brillante de los teutones, pero suficiente para vencer a Portugal y sumar tres puntos en el grupo más complicado de este certamen.

 

¿Lo peor de este arranque de Eurocopa? A nivel futbolístico, que es evidente el escaso tiempo que tienen las selecciones para armarse lo cual deriva en menor capacidad colectiva; a nivel extra-cancha, que pronto han aparecido los cantos y gritos racistas, situación que se había advertido y evidentemente no fue remediada.

 

@albertolati

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