Nuevamente Grecia se pone a la cabeza de los titulares financieros de esta semana, al generar un fuerte flujo de inversionistas moviéndose hacia activos que se perciben como más seguros a nivel global, como lo son los bonos del tesoro alemán o los bonos norteamericanos de largo plazo.

 

Este movimiento provocó el fortalecimiento del dólar contra la canasta internacional de monedas, así como caídas en los índices accionarios a nivel global y en los rendimientos de los bonos de largo plazo de los países considerados como refugio en caso de incremento de riesgo global (Alemania, Reino Unido y Estados Unidos). Así, por ejemplo, la tasa del bono alemán de 10 años se ubicó alrededor del 1.5%, algo no visto en el pasado reciente.

 

Ya había ocurrido, entre el otoño e invierno pasados, que los mercados financieros se vieran afectados por la posibilidad de que Grecia se transformara en el primer país en abandonar el euro en sus diez años de vida y caer en moratoria, sin embargo, acuerdos de último minuto entre sus políticos sobre un severo plan de austeridad, el apoyo decidido de Alemania y Francia, que hicieron frente a otros países escépticos, y la toma de pérdidas por aproximadamente 70% del valor de la deuda por parte de sus acreedores internacionales, logró evitar el incumplimiento de pagos y mantuvo a Grecia dentro del pacto del euro.

 

Sin embargo, medidas como reducciones de salarios, pensiones y burocracia en una economía caracterizada por el elevado número de empleados públicos, generaron un amplio descontento en la sociedad helena y llevaron a una polarización política que se reflejó en los resultados de la jornada electoral del fin de semana pasado.

 

La coalición en el poder no pudo conservar la mayoría parlamentaria, quedando cortos por solamente dos asientos. Esto provocó que se diera un clima de inestabilidad política en el que ninguno de los principales partidos ha logrado establecer un gobierno negociado; están muy polarizados, habiendo inclusive algunas facciones que llaman por el desconocimiento de los acuerdos de austeridad y por la moratoria del restante 30% de la deuda que lograron negociar con los acreedores privados globales, situación que pondría en riesgo la permanencia de Grecia dentro de la moneda única europea.

 

Esto tendría efectos terribles para la población griega ya que, en caso de abandonar el euro, a las fuertes medidas de austeridad presentes debería agregar el impacto de la inflación desbocada que hasta ahora han evitado. Adicionalmente, Grecia quedaría fuera de los mercados financieros globales, situación que los dejaría en una situación aún más precaria.

 

Todavía es temprano para tener un panorama completo de la situación, ya que al momento de escribir este artículo, las negociaciones para formar un gobierno persisten, aunque con muy pocas posibilidades de llegar a un cierre exitoso.

 

El escenario más probable es que al no llegar a un acuerdo, el poder ejecutivo regrese a la presidencia y ésta convoque nuevamente a elecciones, lo que dejaría en las manos del gobierno tecnocrático actual los poderes hasta el próximo junio.

 

Sin duda este sería un resultado que los mercados recibirían con agrado de manera temporal, sin embargo, la solución del mismo sólo se pospondría, por lo que muy probablemente signifique que vamos a seguir oyendo de la situación política de Grecia por algún tiempo más.

 

* Director de Análisis en Somoza Finamex. www.somozafinamex.com.mx