DAMASCO. La explosión de un artefacto al paso de un convoy de observadores de la ONU en el sur de Siria evidenció ayer los riesgos de seguridad que corre la misión desplegada en el país, donde en el plano político la coalición gubernamental se atribuyó la victoria en los recientes comicios legislativos.

 

El ataque ocurrió en la ciudad de Deraa, donde se encontraban los expertos internacionales, entre ellos el jefe de la misión en Siria, el general noruego Robert Mood, que acababan de cruzar un puesto de control cerca de la ciudad meridional de Deraa.

 

Según un comunicado de la Misión de Supervisión de la ONU en Siria (UNSMIS), no hubo víctimas entre los observadores, pero al menos seis soldados que escoltaban el convoy resultaron heridos y fueron trasladados a un hospital.

 

Unos 60 observadores internacionales están actualmente desplegados en Siria, señaló ayer el portavoz de la misión de supervisión de la ONU en Siria (UNSMIS), Niraj Singh.

 

Mood aseguró que el ataque es “un ejemplo de lo que está sufriendo el pueblo sirio a diario”  e insistió en la necesidad de que “todas las formas de violencia terminen”.

 

Los observadores, encargados de supervisar el cumplimiento del plan de paz del enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, Kofi Annan, iban a efectuar una visita a Deraa, bastión opositor donde estallaron las primeras protestas contra el régimen del presidente sirio, Bachar al Asad, en marzo de 2011.

 

Aunque no está clara la autoría de la explosión, el activista Mohamed Sarmini, miembro del Consejo Nacional Sirio (CNS) -principal órgano opositor en el exilio- atribuyó el ataque a las fuerzas del régimen y destacó las “buenas relaciones” entre los rebeldes y los observadores.

 

Los esfuerzos por contener la violencia llevaron ayer a Annan a manifestar que la misión de supervisión es la “única posibilidad” para estabilizar Siria y evitar una guerra civil que tendría terribles consecuencias.

 

El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el pasado 21 de abril una resolución para aumentar de 90 a 300 el número de observadores militares desarmados, que estarán desplegados en Siria durante al menos 90 días.

 

Los grupos opositores han criticado que la misión de Naciones Unidas no ha servido para detener el derramamiento de sangre en Siria, donde han muerto más de 10 mil personas desde que comenzara la revuelta contra el régimen del Al Asad, según cifras de la ONU.