El domingo pasado Angela Merkel sufrió tres derrotas. La correspondiente al land Schleswig-Holstein; la conclusión del alemán-francés, mejor conocido como Merkozy; y el ascenso de los neonazis en Grecia dificultando la formación de un gobierno moderado en un país que no está para que su riesgo político se incremente de manera. Tres derrotas en un día; tres caídas que, posiblemente, debiliten a la nueva versión de la Dama de Hierro.

 

En la primera derrota, los social demócratas lograron el pasado domingo empatarle al partido de Merkel, la Unión Demócrata Cristiana (UCD), en las elecciones locales (Schleswig-Holstein). Los liberales, socios de Merkel, se desinflaron frente al Partido Pirata cuyo ascenso parece imparable, lo que detonó la imposibilidad del UCD de ganar.

 

Merkel comienza a acumular derrotas locales. Al land Schleswing-Holstein se le suman los importantes de Renania del Norte-Westfalia y Baden Württemberg. En el 2013 Alemania tendrá elecciones parlamentarias. El camino para Merkel comienza a desdibujarse.

 

La segunda derrota fue la conclusión del matrimonio Merkozy. La victoria de François Hollande rompe con la convergencia entre Francia y Alemania en materia de política económica europea. Sarkozy se entregó a los brazos de Merkel respecto a la idea obsesiva que tiene la canciller sobre la austeridad en épocas de recesión. Algo más, Merkel tendrá en Hollande al presidente que se juega el buen inicio de su gobierno, cumpliendo la promesa de revisar el tratado europeo cuyo eje central son los draconianos recortes en el gasto púbico. Draconianos no porque en esencia impliquen una disciplina en el gasto sino por el escenario recesivo que invade a Europa.

 

La semana pasada, el periódico Financial Times Deutschland publicó una editorial en la que se decía que Francia no necesitaba de elecciones sino de crisis. Lo decía el director tomando como fundamento clave la inminente llegada de la crisis a Francia.

 

La tercera derrota de Merkel era esperada. Los electores griegos reventaron el espectro ideológico del centro al volcarse por los extremos. Es decir bifurcaron su viaje hacia los extremos sin pasar por el centro. Los ciudadanos no lograron comprender que siendo un sistema democrático se les impusiera a un primer ministro desde Bruselas, bajo el auspicio de Frankfurt (Banco Central Europeo) y Berlín (Merkel).

 

Trotskistas y neonazis han puesto en jaque a la coalición que firmó al Banco Central Europeo una carta compromiso para atender todas las obligaciones que provengan de los préstamos que ha recibido y seguirá recibiendo Grecia por parte de la troika (FMI, BCE y Comisión Europea, CE).

 

Hoy en día no hay tarea más compleja que la formación de un nuevo gobierno griego. Andonis Samarás lo sabe. Es el encargado de la difícil tarea. Ayer mismo lo intentó pero no pudo. Su partido, Nueva Democracia fue el que recibió la mayor parte de los votos.

 

Angela Merkel no querrá perder el control férreo que mantiene en el concierto económico de la Unión Europea a partir del movimiento de las fuerzas del poder que se dará de manera inminente. Sin embargo, los ataques que recibió el domingo fueron letales. Al menos dos de los tres: la victoria de François Hollande y la derrota de su partido en el land Schleswing-Holstein. Y al evaluar el costo de sus derrotas, la desaparición de Merkozy tendrá implicaciones continentales.

 

No será fácil ver a Hollande concediendo la no negociación del pacto de austeridad con el que Sarkozy perforó la Constitución francesa al incluir en ella la obligatoriedad de manejar un déficit público sin importar las circunstancias. Europa se mueve.

 

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