Guadalajara, Jal., 2 de mayo.- Si en el debate no se gana, el posdebate es el momento para posicionarse como vencedor. Pero en Jalisco no hubo mucho espacio para ello, pues aun el diario más conservador, Mural, dio el triunfo al candidato de Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro.

 

El ambiente en las casas de campaña reflejaba bien lo ocurrido el martes por la noche en las instalaciones del canal 44 de la Universidad de Guadalajara: En la de Aristóteles Sandoval, del PRI, mucho movimiento y cierta confianza en que la ventaja del priista es tal que les alcanzará para ganar. En la del panista Fernando Guzmán, silencio sepulcral. En la de Enrique Alfaro, obradorista que terminó impulsado por Movimiento Ciudadano, exultación y visitas a más y mejor. En la del perredista Fernando Garza, apatía. Y en la de la candidata del Panal, ni qué hacer.

 

El más golpeado durante el debate, en el ring, fue el priista. La delantera de casi 20 puntos que le dan algunas encuestas, aunque según Alfaro es sólo de diez, le hicieron el hombre a tirar. Pero el ex alcalde de Guadalajara mostró tablas y salió avante con dos o tres refilonazos contra el panista y punto.

 

Sin embargo, el que peores críticas recibió —analistas, comentaristas y redes sociales dixit— fue el candidato del PAN, Fernando Guzmán. La razón principal: no jugó limpio. El panista sacó periódicos con noticias en contra del priista durante el debate para mostrarlos ante las cámaras, cuando las reglas del debate lo prohibían. Guzmán fue reprendido en dos ocasiones hasta que a la tercera, el conductor del debate, Diego Petersen, le advirtió que lo sacarían del aire.

Ahí, por cierto, Aristóteles devolvió bien el golpe al son de: “alguien que no respeta siquiera las reglas de un debate, no puede gobernar”.

 

Otro hecho que no gustó a los jaliscienses fue que se metieran con la familia. En este caso fue candidato del PRD quien lo hizo. Cuestionó a Aristóteles que su padre fuera nombrado magistrado del Tribunal Superior de Justicia cuando ni carrera tiene ahí.

 

Frente a ello, Alfaro mostraría más altura. Y lo hizo explícito para que quedara clara su posición: “No voy a hacer ningún señalamiento sin pruebas, y menos personales o familiares”. En cambio, cuestiono al priista en el punto de fondo: su alianza con Raúl Padilla quien, dijo, tiene “secuestrada” la U de G y es uno de los poderes fácticos más importantes en el estado.

 

Finalizado el debate, pasada la emoción del momento, los especialistas dicen que la elección para gobernador en Jalisco bien podría cerrarse a dos, es decir, que terminaran como punteros Aristóteles Sandoval y Enrique Alfaro. Quizás por ello hoy mismo el candidato de Movimiento Ciudadano comenzó a diseñar una estrategia para ir en busca del “voto útil” para tratar de agitar el retorno del PRI a Casa Jalisco.

 

Del lado del PRI, afinan su estrategia: poner en la mira al de Tlajomulco (en el debate prácticamente lo ignoraron) y dejar que el PAN siga su caída en lo que a la gubernatura se refiere (cuentan entre sus haberes el “efecto Peña” y darle la pelea a los panistas a nivel municipal donde el aparato blanquiazul todavía tiene fuerza.

 

En el cuartel del PAN evalúan si la estrategia de golpear al priista les funciona o no. Las opiniones están hasta ahora divididas. De lo que si están conscientes es de que van abajo, muy abajo en las preferencias electorales y de que los grupos empresariales hoy están alineados con el PRI. Pero todavía les queda la estructura de poder que han armado durante los 18 años que llevan gobernando, y encomendarse a su más firme aliado: la Iglesia.