Es un futbol ansioso, presuroso, impaciente, y al que pronto debuta pronto se le sugiere jubilación.

 

Raúl González ha soportado desde hace al menos diez años augurios de banca en la pretemporada. Se le ha sugerido mediante eufemismos que se retire, que haga sitio para los más jóvenes, que ya se dedique a otra cosa. Y él, ha seguido haciendo lo de siempre: goles.

 

En 1996 se pensaba que Davor Suker y Pedja Mijatovic sentarían al joven Raúl: terminó jugando. En 1999 se decía que estaba en crisis, que su mejor forma nunca volvería: terminó haciendo el gol de la coronación en Europa. En el 2001 se explicaba que con Zidane y Figo, ya no tenía sitio: terminó hallando hueco. En el 2002 se repitió pronóstico ante la llegada de Ronaldo: terminó como explosiva pareja del brasileño. Y en el 2004 lo mismo, ahora con Michael Owen en el Madrid, y en el 2006 con Ruud van Nistelrooij, y con quien fuera comprado para jugar o para dirigir.

 

Finalmente dejó su casa madridista un par de años atrás, cuando entendió que ya no le permitirían jugar todo lo que él quería y que lo limitarían a roles secundarios (algo para lo que él nunca ha estado). Se fue al Schalke 04 alemán y desde ahí reivindica a los treintañeros, desde ahí es un monumento andante a los veteranos: juega hasta 50 partidos al año, anota hasta 20 goles por campaña, es ídolo y capitán, no se cansa (y si lo hace, disimula bien), pelea cada balón como si fueran el primero y el último, continúa jugando con el hambre del debutante, con el afán de demostrar del novato.

 

Cuando en el 2002 realicé una entrevista larga a Raúl, ya era una leyenda que se negaba a recostarse en la comodidad de glorias pasadas: “A veces cuando volteo hacia atrás y miro todo lo que he conseguido, todos los partidos que he ganado, claro que no me lo imaginaba. De pequeño me conformaba con poder jugar unos partiditos, pero una vez conseguido algo ya no lo quieres dejar escapar. Todo lo que he conseguido en el pasado es bonito pero para más adelante recordarlo. Aquí sirve el día a día, seguir trabajando fuerte y con más ganas, sabiendo que el futuro puede ser mejor, esperanzador. Todavía debo crecer y luchar, dar todo, alcanzar muchos objetivos. Disfrutar”.

 

Frase dicha en el 2002 pero que fácilmente podríamos escucharle ahora, en el 2012, cuando ha anotado dos goles en cuartos de final de la Europa League y ha lanzado su enésimo grito contra quienes le vieron decrépito, contra quienes le quisieron jubilar.

 

Raúl González: mago en el arte de alargar el concepto de lo longevo hasta hacerlo parecer eterno.

 

 

@albertolati

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