Los estudios Paramount habían comprado los derechos de una novela del escritor italo-americano Mario Puzo para hacer una película más de gángsters contra policías.

 

Ningún director serio quería hacerse cargo del proyecto por ser demasiado comercial; Laurence Olivier rechazó el personaje de Vito Corleone por ser vulgar y limitado; el mismo Puzo lo desdeñó por considerarlo indigno para sus aspiraciones de escritor serio y aceptó escribir el guión sólo para poder pagar las cuentas.

 

Estos fueron los primeros impedimentos de una larga lista de complicaciones durante el rodaje de El Padrino.

 

Originalmente, Puzo escribió el libro bajo el título de Mafia, pero los productores se negaron siempre a utilizar la palabra y de hecho nunca aparece en la película, para no alimentar el ambiente de violencia y magnificar el mundo criminal, según ellos.

 

El autor, por su parte, negó siempre que la historia estuviera basada en personajes reales, sin embargo, entre la comunidad italiana fue acusado de haber violado el código de silencio de la mafia y vivió siempre bajo ese estigma.

 

La película también tuvo problemas de presupuesto. Los estudios siempre vieron posibilidades muy limitadas en la taquilla y querían gastar lo menos posible en el proyecto, llegaron incluso a proponer que se adaptara la historia de los años 40 a los70, con la única finalidad de ahorra en escenarios y vestuario.

 

Francis Ford Coppola, entonces un director novato de 31 años, fue contratado para escribir el guión de la película, porque Puzo tenía poca experiencia en la materia, al final el joven cineasta se hizo cargo del proyecto porque con el dinero que ganaría planeaba abrir su propia productora, la célebre Zoetrope, para hacer películas de autor y de bajo presupuesto.

 

La primera condición de director para hacer la película fue incluir al niño malo de Hollywood, Marlon Brando, como Vito Corleone. Los productores se negaron rotundamente a contratarlo, pero el director insistió. Impusieron varios requisitos que el actor tenía que cumplir y uno en especial que de antemano sabían que iba a rechazar: hacer casting, como todos.

 

Brando aceptó las condiciones y, para su interpretación de Vito Corleone, se metió cáscaras de naranja en la boca y convenció a los inversionistas. Pero el personaje iba más allá de meterse algodones en la boca. En manos de Brando, don Corleone creció en complejidad y se inmortalizó.

 

Al Pacino, otro actor que iba a despuntar con esta película, también sufrió para conseguir el papel de Michael Corleone, el sucesor de Vito. Tenía la desventaja de ser muy joven y poco experimentado.

 

Con esta película, Coppola también descubriría talentos que más tarde aprovecharía en sus películas, entre ellos, un extraordinario ojo para elegir actores (Robert de Niro le debe mucho a su carrera) y la técnica, poco aprovechada en su momento, de filmar escenas paralelas.

 

Coppola reescribió el guión muchas veces, siempre bajo el consejo de Puzo, y descubre el sentido trágico de una simple historia de emigrados italianos en Nueva York.

 

De hecho, el propio director ha aceptado públicamente que El Padrino fue inspirado en El rey Lear de Shakespeare. La otra gran adaptación fílmica de El rey Lear es El rey León, de Disney.

 

Gracias a la música de Nino Rota, El Padrino adquiere en ciertos momentos la fuerza de una ópera italiana, sin llegar a serlo.

 

Así las cosas, los méritos de haber concebido una de las películas más importante en la historia del cine, son de Francis Ford Coppola y de William Shakespeare.

 

Gracias a la obra al genio inglés, los personajes de la película alcanzaron grados míticos, con Vitor Corleone como el rey viejo y Al Pacino como el príncipe de los Corleone que rescata el reino de la Cosa Nostra de Nueva York.

 

La primera parte de la trilogía se estrenó el 15 de marzo de 1972 en Nueva York, y fue un gran éxito de taquilla, para sorpresa de los estudios y del mismo Coppola, quien en ese momento se encontraba trabajando ya en un nuevo guión de cine, El Gran Gatsby, basada en la novela de Scott Fitzgerald, que nunca llegó a filmar. A cambio, produjo una película a un jovencito desconocido llamado George Lucas, Américan graffiti, sobre chicas, autos y rock and roll.

 

El Padrino es ahora la obra maestra del cine que todos conocemos, solamente comparada con El Ciudadano Kane, de Orson Welles, y aunque para muchos la segunda parte de la trilogía es superior, el valor del tríptico recae en su unidad.

 

Con los años, el éxito, la grandeza de la película ha ido en aumento y esto se debe en gran medida a su leyenda negra, que como se sabe, todo clásico del cine tiene la suya.