Condón y vasectomía son hasta ahora los únicos métodos de anticoncepción disponibles para los hombres. Ellos, al menos en teoría, dicen estar dispuestos a asumir una mayor responsabilidad para prevenir embarazos no deseados, sin embargo, los expertos opinan con base en los avances logrados hasta ahora que falta al menos una década para que una píldora masculina esté disponible en cualquier farmacia.

 

A más de 50 años de la llegada de la píldora anticonceptiva para ellas, la responsabilidad sobre el control de la reproducción sigue recayendo en las mujeres. La oferta de métodos es tal que una empresa farmacéutica prepara la introducción al mercado mexicano de una pastilla adicionada con ácido fólico y vitaminas, pero están también tras opciones como el diafragma, el dispositivo intrauterino, el condón femenino y la ligadura de trompas, esta última de carácter definitivo.

 

Los estudios sobre la reproducción masculina son tan antiguos como los que permitieron en 1960 la invención de la píldora femenina. Para algunos especialistas son dos las causas que explica el rezago en el desarrollo de anticonceptivos hormonales: la primera es el desinterés de las farmacéuticas y la segunda las características fisiológicas propias de los hombres.

 

Sobre este último factor, el ginecólogo y biólogo de la reproducción Leopoldo Vázquez explicó: en el caso del varón, el mayor desafío radica en inhibir la producción de millones de espermatozoides, a diferencia de las mujeres, en cuyo caso los métodos hormonales lo que hacen es evitar la liberación de un óvulo en cada ciclo menstrual.

 

“Cuando usamos hormonas en la mujer podemos impedir que ovule, cuando lo hacemos en el hombre –utilizando testosterona, por ejemplo- podemos reducir la producción de espermatozoides hasta en 90%”, lo cual, aunque podría considerarse “un éxito”, resulta insuficiente para evitar un embarazo.

 

Aunado a lo anterior, dijo, están los efectos adversos reportados hasta ahora por el uso de testosterona, un anabólico que compromete la función cardiaca y que, además, inhibe la respuesta sexual del hombre.

 

Otra alternativa, explicó, es colocar debajo de la piel del hombre un implante que libera una combinación de testosterona y progestina, una hormona femenina. Lo que hace, explicó, es enviar información una señal al cerebro para que no se produzcan espermatozoides.

 

Otras investigaciones científicas están basadas en la “inmunomodulación”, es decir, una especie de “vacuna” contra el embarazo. “Tiene sus ventajas y desventajas. Si yo vacuno al hombre lo que va a hacer es producir anticuerpos contra sus espermatozoides, pero sigue produciendo hormonas”. Sin embargo, este método se ha asociado con riesgos de infertilidad permanente.

 

El también investigador asociado de la Coordinación de Institutos Nacionales de Salud, de la Secretaría de Salud, señaló que la mayoría de las investigaciones se han quedado en su etapa preclínica, es decir, en la experimentación con roedores, y un porcentaje menor ha avanzado hacia etapas subsecuentes que incluyen la experimentación en mamíferos y posteriormente en humanos.

 

En el caso de México, dijo, la falta de recursos de investigación es una limitante. “Un estudio de este tipo debe salir en alrededor de un millón o millón y medio de dólares, y son estudios de primera fase, si esto sale bien después hay que hacer otro estudio de dos millones”.

 

En su opinión, el costo-beneficio de las investigaciones desalienta a las farmacéuticas. “No es un buen negocio, porque yo lo saco, tengo ocho años para aprovecharlo, y ya después todo el mundo me puede copiar”, explicó Leopoldo Vázquez.

 

LA UAM ESPERA PASAR A LA SIGUIENTE ETAPA

 

En 2008, el Departamento de Biología de la Reproducción de la UAM Iztapalapa emprendió su propia búsqueda de la píldora masculina. A cuatro años, la investigación arrojó los primeros resultados, pero avanzar hacia la siguiente etapa depende ahora de la respuesta del Conacyt.

 

Los hallazgos del grupo de investigación se resumen en la tesis de maestría presentada por Claudia Fernández Soto a mediados de enero pasado. Su aportación son los resultados de las pruebas realizadas con la sustancia 1,4,6-androstantrieno-3,17diona (ATD) en ratas de laboratorio.

 

Adriana Morales Otal, del centro de investigación de la UAM, habla de los resultados: se logró inhibir la producción de espermatozoides, los roedores no perdieron su cambiaron su conducta sexual y después de suspender el uso del medicamento recuperaron su fertilidad.

 

Con estos hallazgos, explica, el estudio culminó su fase preclínica. La siguiente fase sería la experimentación con mamíferos menores (como los chimpancés), pero la moneda está en el aire.  El proyecto fue presentado al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en espera de obtener los apoyos necesarios para continuar la investigación.

 

El financiamiento no es el único problema, explicó la investigadora, hace falta también la creación de un grupo interdisciplinario, pero sobre todo tiempo. Calculó que la píldora masculina podría estar disponible en al menos una década.

 

 

 

Sí, dicen ellos

Un informe elaborado en 2004 por Schering en nueve países (Argentina, Brasil, Alemania, Indonesia, México, España, Suecia, Estados Unidos y Francia) reveló que 55% de los participantes estaba dispuesto a usar un anticonceptivo hormonal.

 

“Sería una forma responsable para evitar un embarazo no deseado, y me permitiría involucrarme más en este tema que la mayoría de los hombres pensamos que es exclusivo de las mujeres”, dice Paul Guzmán, un hombre de 40 años.

 

En el mismo sentido, un reporte del Programa de Formación de Investigadores en Reproducción Humana (HRP), patrocinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial (BM) detectó que muchos hombres estarían dispuestos a asumir una mayor responsabilidad en la salud sexual y reproductiva de sus parejas y el bienestar de sus familias. “Un método anticonceptivo eficaz masculino podría ser una forma de que los hombres compartieran esa responsabilidad”.

 

“Creo que también es responsabilidad del hombre evitar un embarazo no deseado”, afirmó Erika González, profesionista de 38 años, casada y madre de una niña.