Un derbi excepcional por fraternal: el partido entre Athletic de Bilbao y Real Sociedad de San Sebastián es distinto, para empezar, porque no podemos decir que estos dos equipos san acérrimos rivales y aquí no cabe el concepto de que se odien o detesten.

 

 

Sí, cuando bilbaínos y donostiarras se enfrentan se desatan choques muy intensos y demasiadas emociones, pero el común del aficionado a la Real no espera que el Athletic pierda contra los demás equipos, así como los leones (apodo del cuadro vizcaíno) normalmente no desearía el mal a los txuri-urdin (como se conoce a la afición de la Real).

 

 

Incluso en momentos extremos, cuando algún cuadro vasco se encontraba al borde del descenso, fue de dominio público que algún rival de la misma región le permitió ganar y sumar para permanecer en primera. Lo anterior sería impensable entre Real y Atlético de Madrid, Milán e Inter, Manchester United y Manchester City, River y Boca, mas un inmenso etcétera, en el que casi todo club habría disfrutado con ser quien empujara a segunda a su vecino (el colmo, por ejemplo, cuando el Sevilla aceleró su pérdida de categoría con tal de también arrastrar al Betis y hacer que los dos dejaran juntos el máximo circuito: “al infierno nos vamos y al Betis nos llevamos” cantaban ese día).

 

 

La confrontación entre los dos principales equipos vascos se ha dado fuera de la cancha a nivel directivo. Hoy sólo el Athletic limita su plantel a elementos vascos (o de regiones cercanas culturalmente, como navarros), pero cuando los dos compartían filosofía, pugnaban por los mismos jugadores y pirateaban jóvenes formados en la cantera del otro.

 

 

Sin embargo, hacia fines de los ochenta la Real Sociedad decide abrirse a extranjeros, luego de haber perdido a sus dos principales baluartes (José Mari Bakero y Aitor Beguiristain). Épocas en las que eran contratados irlandeses, bosnios, rumanos y hasta mexicanos (Luis García jugó ahí en la campaña 1994-95), pero no españoles al margen del País Vasco. Finalmente esa norma también cambió, a diferencia de lo que sucede con el Athletic, cerrado todavía a futbolistas de su región o surgidos de sus divisiones inferiores.

 

 

Nueve años atrás, la Real Sociedad cerró la campaña con posibilidades de coronarse. Necesitaba ganar su último cotejo y que el Madrid no derrotara al Bilbao. Previo al partido, los elementos del Athletic insistían en la relevancia que tenía impedir la victoria blanca, aun cuando ellos ya nada peleaban. Si esa misma circunstancia se hubiera dado en otra parte del mundo, lo esperable habría sido que obstaculizaran la coronación del vecino dejándose vencer, pero no en el País Vasco (aunque al final, el Madrid se impuso y levantó la liga).

 

 

Como quiera que sea, el Euskal Derbia, aún con fraternidad, es fuego puro… Ya lo que se apoyen o ayuden terminando, es tema distinto.

 

@albertolati

 

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