Los teléfonos celulares serán motivo de seminarios antropológicos, filosóficos, lúdicos, escatológicos, y un infinito etcétera, pero por el momento, son motivo de pasarelas no futuristas. El que se celebra en Barcelona, Mobile World Congress, resulta ser una pasarela atractiva en cuyos ejes torales viajan la infidelidad y la omnipresencia.

 

La fidelidad tiene valor cero. Mariano Rajoy llegó a la presidencia española, y entre sus primeras decisiones, relajó los despidos. Más fácil y más barato. Los empresarios le aplauden pues, dicen, no estarán amarrados de manos para tomar decisiones de tal índole.  Algo similar tenía que ocurrir con los contratos de telefonía móvil.

 

En el Mobile World Congress de Barcelona o, lo que yo denomino, el congreso antropológico global, la compañía Telefónica anunció que el famoso “obsequio” se acabó. Es decir, la estrategia-secuestro que consiste regalar el aparato telefónico a cambio de lealtad (por la fuerza legal) por parte del usuario llegó a su fin. Entendieron que no existen los desayunos gratis pero, sobre todo, comprendieron que los contratos de lealtad molestan, cada vez más, a los usuarios. Les resulta una agresión la obligatoriedad del matrimonio (con un Blackberry, por ejemplo) sabiendo que en la soltería se cohabita mejor (con el teléfono).  A cambio, Telefónica ofrecerá valor agregado a sus servicios. Por ejemplo la operadora está instalando fibra óptica y desplegará la red LTD (100 Mb) desde el teléfono celular o computadora.

 

Lo mejor de todo es que las tarifas disminuirán, lo que se traducirá en un incentivo para los usuarios pues podrá realizar más llamadas dado que la elasticidad precio del mercado telefónico es negativa (a menor precio por llamada o minutos, existe un sensible incremento en la demanda de minutos).

 

En realidad a Movistar no le agrada que teniendo el liderazgo en cuanto a la participación de mercado, (40.07% frente a 28.21% de Vodafone; 20.21% de Orange; 6.33% OMV; 5.19 de Yoigo) la fidelidad de sus clientes sea menor que los de Vodafone.

 

César Alierta, desde hace ya dos años, el presidente de Telefónica pagó 70 millones por Tuenti, la red social tipo Facebook pero tropicalizada a la española, para construir sinergias en sus teléfonos, motivo que enriquece al valor de la marca a través del posicionamiento. En fin, en pocas palabras, no es necesario esclavizar a los usuarios en los tiempos más libertarios del individuo, aunque sea en el tema de los smartphones.

 

Con la omnipresencia de los teléfonos celulares se comprueba que en la semántica erótica que describe la relación entre máquina con ser humano es la prótesis. La firma japonesa Fujitsu presenta su familia sumergible de tabletas y teléfonos celulares. Los escenarios de la probabilidad no tienen obstáculos, en la imaginación: el personaje que se alimenta de atmósferas estetizantes en los Cabos, por ejemplo, podría requerir de una tableta mientras se sumerge en una tina de hidromasaje; consultar los correos o tuitear triunfan sobre la dictadura de los espacios que determinan el recorrido cotidiano del ser humano. O qué decir de una probable inundación en la que mueren ahogados el iPhone recién estrenado.

 

Las regaderas y el vapor del club también serán derrotados por Fujitsu. La compañía japonesa contempla el escenario que en medio del Apocalipsis el 4G estará disponible para ofrecer a los tuiteros la oportunidad de despedirse rápida pero cómodamente.

 

En los congresos antropológicos las máquinas se ríen de los humanos; tan simios como los primates que jugaban con la rueda y las palancas.