Uno de los mayores problemas que tiene México es su consistente incapacidad para atraer capitales extranjeros productivos de acuerdo a su potencial. Las cifras históricas de inversión extranjera directa así lo muestran.

 

Pero a lo anterior se suma la incapacidad para retener a los capitales locales que cruzan por miles de millones de dólares las fronteras buscando nuevos mercados y mejores condiciones. El resultado es que el balance neto de las inversiones directas tiende a cero.

 

Pero vayamos a las cifras del Banco de México para ver qué es lo que está pasando con las inversiones directas en el país.

 

En 2010 las inversiones directas realizadas por extranjeros en México sumaron 19,792 millones de dólares. Un año antes, en 2009, durante el impacto de la crisis financiera global sobre México, estas mismas inversiones ascendieron a 15,205 millones de dólares. En ambos años los montos de inversión directa de extranjeros en el país fueron menores que los registrados en 2007 y 2008, años en los que las cifras alcanzaron 27,278 y 21,949 millones de dólares, respectivamente.

 

Ahora bien, hasta septiembre de 2011 –que se disponen de cifras- las inversiones extranjeras directas ascendieron apenas a 13,429 millones de dólares lo que hace pensar que el año pasado la inversión extranjera no superó a la de 2010, ratificando –por las cifras expuestas- el mediocre atractivo de México para los capitales productivos del exterior.

 

Pero hay otro factor que agrava estas cifras de la balanza de pagos. Me refiero a los capitales mexicanos que en los últimos años han salido del país a invertirse en actividades productivas del exterior. En 2009 este monto ascendió a 7,019 millones de dólares por lo que el saldo neto de inversiones directas en México fue de solo 8,186 millones de dólares.

 

En 2010 las inversiones de mexicanos en el extranjero crecieron a 13,570 millones de dólares y el saldo neto de inversiones directas se redujo a 6,222 millones de dólares. Hasta septiembre de 2011 la tendencia se había mantenido. Mientras que los capitales mexicanos continuaron invirtiendo en el exterior por un monto de 7,027 millones de dólares, los capitales extranjeros llegaron a cuentagotas al país por lo que el saldo neto de inversiones directas apenas alcanzó 6,402 millones de dólares.

 

¿Qué está pasando? Que en los sectores de la economía altamente intensivos en capital como la energía, las telecomunicaciones, el transporte, o la infraestructura en general, el país no es atractivo ni para los capitales extranjeros, ni para los mexicanos. Ambos han decidido pasar de largo por México para invertir productivamente en otros mercados emergentes como Brasil que, por cierto, acaba de licitar en 14 mil millones de dólares tres de sus aeropuertos más importantes.

 

Hoy por hoy, en México no se tienen proyectos productivos de gran calado suficientemente atractivos en sus condiciones de inversión como para seducir a los grandes capitales del exterior y del país.

 

El resultado es que el saldo neto de las inversiones directas en México cada vez se hace más chiquito y, ojo, el equilibrio de la balanza de pagos depende cada vez más de la inversión extranjera de cartera…es decir, de la inversión especulativa con todo y sus riesgos.

 

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