Hasta ahora la rivalidad había sido en la cancha y sólo ahí: dos amigos que se unen para campañas publicitarias y causas benéficas, pero en cuanto están separados por una red se convierten en oponentes. Termina el juego, saludo respetuoso, declaraciones engrandeciendo al otro y a lo que sigue (o seguía).

 

El rumbo de esta cordial historia ha cambiado con las declaraciones de Rafael Nadal criticando a Roger Federer. Como contexto es imprescindible recordar, primero, que el suizo es presidente del consejo de tenistas y el español es vicepresidente; segundo, que desde fines del 2011 el británico Andy Murray planteaba la posibilidad de una huelga en protesta por el desgastante calendario, lo cual pronto desmintió Federer; y, tercero, que Nadal padeció mucho durante la pasada campaña debido a lesiones (la cual cerró, antes de ganar la Copa Davis para España, perdiendo de forma aplastante a manos de Roger en el torneo de maestros de Londres).

 

A poco de iniciar su participación en el Abierto de Australia, Nadal ha afirmado: “estoy en desacuerdo con él. Es muy fácil decir yo no digo nada, todo es positivo y quedo como un gentleman, y que se quemen los demás. La vasta mayoría de los jugadores tiene esta misma opinión y Federer una distinta, y si una vasta mayoría tiene la misma opinión y una minoría piensa diferente, quizá esta última está equivocada. Igual él acaba su carrera como una rosa porque tiene un físico privilegiado, pero ni Murrray, ni Djokovic, ni yo acabaremos como rositas. ¿A qué edad vamos a acabar nosotros en el tenis? ¿A los 28, 29 ó 30? Luego te queda mucha vida por delante y es importante también cómo estés físicamente, ahora tengo miedo de que entonces no podré ir a jugar con mis amigos al futbol o a esquiar. Terminar tu carrera con dolor en todos los sitios del cuerpo no es positivo”.

 

Un par de meses atrás, cuando Murray se quejó sobre ese tema, Federer relajaba el ambiente: “Todo el asunto del boicot es un sinsentido. No va a suceder a corto plazo. Las cosas están bien ahora y yo no veo razón para boicotear. Ninguna razón en absoluto”.

 

Evidentemente, tras un 2011 en el que fueron a huelga NBA, NFL, futbol español e italiano, se teme que el próximo foco de tensión pueda darse en la gira de tenis, aunque con dos puntualizaciones indispensables: para empezar, la falta de contexto, y para continuar, que los tenistas se quejan por la carga de trabajo y no por los ingresos.

 

Llegados a este punto, imprescindible recordar que durante la temporada pasada (la cual, es cierto, la terminaron cojeando Nadal, Djokovic y Murray), Federer decidió no actuar en los certámenes de Shanghai y Tokio, priorizando su esfuerzo; eso le costó puntos e ingresos, pero le permitió llegar en forma al final del año.

 

A diferencia de lo que pasa en los deportes de conjunto, no hay una obligación implícita para el tenista de participar en cuanto partido o evento surja. Si quiere mantenerse en la cima de la clasificación (lo cual también deriva en la posición en que es sembrado al iniciar un Grand Slam y, por ende, merma o incrementa sus posibilidades) debe acudir a los más importantes y ahí sumar puntos. Por supuesto, las ganancias económicas también dependen de jugar más.

 

El tema es caliente y de difícil solución. Para más morbo, Federer y Nadal se encuentran por primera vez desde el 2005 en la misma llave, con lo que podrían enfrentarse antes de la final.

 

Rafa y Roger, en tantas batallas épicas y en una de las mayores rivalidades deportivas en décadas, jamás han discutido en la cancha. Curioso que su primer choque se diera fuera de ella, sin red de por medio y por cuestiones políticas.

 

@albertolati

 

 

 

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