En el tercer año de gobierno del presidente Felipe Calderón se formalizó una amplia reforma a la Ley de Ciencia y Tecnología (LCyT), los cambios sustanciales fueron cuatro:

 

a) Se introduce el concepto de innovación como un eje del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y se propone una definición operativa a partir de la cual innovación significa “generar un nuevo producto, diseño, proceso, servicio, método u organización o añadir valor a los existentes” (LCyT, Artículo 4, fracción IX) siguiendo así las líneas generales que marca la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en el Manual de Oslo, elaborado en 2005.

 

b) Se crea el Comité Intersectorial para la Innovación (CII) encargado de diseñar y operar la política pública de innovación, en el que participan el secretario de Economía (presidente), el director del Conacyt (vicepresidente), y el secretario de Educación Pública (vocal).

 

c) Se aprueba un marco jurídico para la creación de Unidades de Vinculación y Transferencia de Conocimiento (UVTC) para la generación y ejecución de proyectos en materia de desarrollo tecnológico e innovación para vincularlos a los sectores productivos y de servicios.

 

d) Se establecen las bases para el otorgamiento de incentivos a investigadores para obtener beneficios a través de regalías por la explotación de la propiedad intelectual.

 

Bajo los cambios formulados el 9 de diciembre de 2009 se instaló el CII que aprobó, el 27 de mayo de 2011, el Programa Nacional de Innovación (PNI), con el cual se instituirán políticas públicas para la promoción y el fortalecimiento de la innovación en los procesos productivos y de servicios, buscando incrementar la competitividad de la economía nacional.

 

El PNI considera a la innovación como “una prioridad nacional, pues sólo a través de ella podremos incrementar la competitividad de nuestra economía y lograremos las tasas de crecimiento y generación de empleos de calidad que México requiere”. Se tiene un diagnóstico preciso sobre las fortalezas y debilidades que alcanza la innovación en México por lo que se busca la creación de un entorno favorable para su ecosistema, el cual se soporta sobre seis pilares: mercado nacional e internacional, generación de conocimiento con orientación estratégica, fortalecimiento a la innovación empresarial, financiamiento de la innovación, capital humano y un marco regulatorio e institucional. Se plantea la necesidad de conectar la oferta del conocimiento y capital intelectual con la demanda empresarial mediante la creación o fortalecimiento de entornos o instrumentos dinámicos, con el fin de conectar y alinear la oferta y la demanda de conocimiento.

 

Para financiar algunas de las acciones del PNI se constituyen el Fondo Sectorial de Innovación (Finnova) y el Fondo de Fondos de Capital emprendedor (Mexico Ventures) que complementan a otros mecanismos de financiamiento, entre los que destacan el Fondo de Innovación Tecnológica, Programa de Estímulos a la Innovación (PEI), Innovapyme, Innovatec, Proinnova, Fondo de Innovación Tecnológica SE-Conacyt, Fondo de Cooperación Internacional (Foncicyt), 18 fondos sectoriales y el Fondo de Contragarantías Prosoft.

 

Recursos y acciones del PNI se encaminan a la reducción de la brecha que México tiene con respecto a los mejores sistemas de innovación a nivel internacional y la meta sería eliminarla en forma total para el 2020.

 

Recientemente la Secretaría de Economía anunció que en 2011 se invirtieron 263 millones de pesos destinados a proyectos relacionados con la innovación a través del Finnova, se destacó que esa cifra se incrementará a 500 millones de pesos para 2012, además, a través de México Ventures I, se invertirán más de 850 millones de pesos en fondos de capital emprendedor (El Universal, diciembre 29, 2011).

 

El PNI es un instrumento consistente de política pública que habrá de afinarse y ajustarse al ritmo de su instrumentación. Sin embargo demerita su propósito así como las metas trazadas cuando sus planteamientos y acciones nodales se detonan a partir del último año de gobierno. El alcance de lo planteado en contraposición al poco tiempo para implementarlo refleja no sólo su inviabilidad sino que convierte a las acciones en este rubro en un ejercicio de pura retórica.

 

Como país tenemos mucho por hacer: la OCDE considera que en México no se han hecho inversiones suficientes en ciencia, tecnología e innovación. La recomendación es que cada país invierta al menos 1% de su Producto Interno Bruto (PIB), en los países desarrollados este tipo de inversión alcanza un promedio de 2%. Mientras que en Suecia se destina 3.8% y en Estados Unidos 2.7%, en México se alcanza apenas un gasto del 0.5 por ciento.

 

El gobierno mexicano se hace cargo de 67% de la inversión en ciencia y tecnología, a diferencia de Estados Unidos, Francia y Corea en donde la mayor parte del financiamiento, en promedio 70%, corre a cargo de las empresas privadas.

 

Durante 2010, a nivel mundial, el número total de solicitudes de patente ascendió a 5,17 millones, de las cuales 490 mil 226 se presentaron en los Estados Unidos y 391 mil 177 en China. El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) reportó que en México se solicitaron 14 mil 576 patentes de las cuales solamente 951 (6.5%) fueron hechas por mexicanos.

 

Respecto del capital humano con que actualmente cuenta nuestro país, en el Sistema Nacional de Investigadores se tienen registrados alrededor de 18 mil investigadores, quienes producen al menos un artículo científico al año. Paralelamente, el Conacyt apoya a más de 40 mil becarios de maestría y doctorado en instituciones educativas de nivel superior en México y el extranjero. Sin embargo, mucho de la investigación se queda en la publicación sin vincularla a la creación o implementación de productos o tecnologías que añadan un alto valor agregado a la economía.

 

Ante esta situación será conveniente avanzar en una propuesta más integral y transversal para fomentar la innovación, procurar alternativas que lleven a cambios estructurales de fondo que permitan respuestas dinámicas y comprometidas. Los nuevos paradigmas de la innovación marcan desafíos para crear nuevos conocimientos, mejorar el sistema educativo, fortalecer la investigación en nuevas áreas, replantear los esquemas de trabajo, interactuar con un mundo globalizado, crear nuevas reglas de participación tanto para el sector público como para la iniciativa privada, fomentar la creatividad, en suma, transformar nuestros referentes para integrar las dinámicas de la innovación a la cultura nacional.

 

El año 2012 es un tiempo de cambios para México, la innovación abre posibilidades para fortalecer la viabilidad del país, se esperaría que quienes aspiran ocupar la silla presidencial hagan un planteamiento que conduzca la energía social para participar en el proceso abierto que implica la innovación. El país requiere respuestas oportunas, nuevos conocimientos, nuevos mercados, productos innovadores para atender los retos y necesidades sociales, no ya del futuro sino de nuestro presente.

 

 

sergioaquiles@gmail.com