DAMASCO. El presidente sirio, Bashar Assad, habló ayer ante miles de seguidores en una plaza de la capital, asegurando que la conspiración contra Siria fracasará.

 

El mandatario, que compareció sin corbata, dijo a la multitud que quería confortarse con el calor de su apoyo, aunque estuvo rodeado en todo momento por su guardia de guardaespaldas fuertemente armados.

 

“Es importante que mantengamos nuestra fe en el futuro”, dijo Assad, de 46 años, que ha realizado muy pocas apariciones públicas desde que comenzó el alzamiento popular hace 10 meses. “Tengo esa fe en el futuro y sin duda alguna triunfaremos ante esta conspiración”.

 

Assad, que heredó el poder de su padre en el 2000, ha culpado de la revuelta a terroristas respaldados por el extranjero y a conspiradores. El martes pronunció su primer discurso desde junio y prometió atacar “con mano dura” a quienes amenacen su régimen.

 

En ambas apariciones, Assad pareció decidido a demostrar su fortaleza y confianza al entrar en una nueva fase el conflicto sirio, ya que los desertores del ejército y algunos miembros de la oposición han dirigido cada vez con más frecuencia sus armas contra objetivos gubernamentales.

 

Sus oponentes sostienen que Assad está peligrosamente desconectado de la realidad.

 

La embajadora estadounidense ante Naciones Unidas Susan Rice dijo que Siria ha intensificado los asesinatos de opositores desde la llegada de los observadores de la Liga Árabe a finales de diciembre, encargados de comprobar si el gobierno cumple el acuerdo pactado con el organismo para cesar la represión de los disidentes.

 

El martes, varios diplomáticos dijeron que el director de política de la ONU, B. Lynn Pascoe, dijo que unas 400 personas fueron muertas en los últimos 10 días, además de las cinco mil calculadas anteriormente por el organismo mundial desde marzo. Rice dijo que la cifra es incluso superior a la registrada antes de la llegada de los monitores de la Liga Árabe, indicio que el gobierno sirio ha intensificado la represión.

 

La misión de la Liga Arabe fue objeto de nuevo escrutinio el miércoles, después que un observador dijo que decidió renunciar al trabajo, molesto porque el régimen sirio estaba cometiendo “crímenes de guerra” contra su propio pueblo y aseguró que la misión es una “farsa”.

 

“La misión fue una farsa y los observadores han sido engañados”, dijo Anwer Malek al canal de televisión Al Yazira en una entrevista transmitida el martes por la noche. “El régimen orquestó y manipuló la mayor parte de lo que vimos para evitar que la Liga Arabe actúe contra el régimen”.

 

La estación identificó a Malek como un observador que renunció en descontento a la misión. La Liga Arabe, que envió observadores para evaluar si el gobierno cumple su acuerdo con un plan para poner fin a la represión militar que lleva 10 meses contra los disidentes, no ha comentado al respecto.

 

El nombre de Malek figuraba en una lista de observadores que fueron enviados a Siria a finales de diciembre. Fue identificado como un tunecino que trabaja para el Comité Arabe para los Derechos Humanos, una organización con sede en París.

 

De acuerdo con un funcionario de la Liga Arabe, tres observadores se negaron a completar su misión y regresaron, citando problemas de salud. El funcionario, que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a hablar con los medios de comunicación, no identificó a los tres. (AP)