En diciembre se divulgó a través de la cuenta de Twitter @internoRENO una videograbación con un teléfono celular donde se denuncia la presencia de “cabañas” en el Reclusorio Norte, que no son otra cosa que colchas y cobijas usadas como “casas de campaña” donde los reos conviven con sus familias en pasillos y desérticas áreas verdes ante la falta de espacios, pues sólo en este penal tiene 12 mil 49 presos, de acuerdo con información de la Subsecretaría del Sistema Penitenciario del Gobierno del Distrito Federal. En un espacio de 3×4 metros duermen hasta 25 personas.

 

 

El problema de fondo no son las cabañas, es la falta de programas gubernamentales para darles trabajo a los reclusos, es la falta a su rehabilitación tras su liberación, el inexistente proyecto para vincularlos con la sociedad tras pasar años encerrados. Esto ocurre en general en el país, ya que 97% de los delincuentes del fuero federal que cumplen su sentencia con el beneficio de la libertad anticipada no son vigilados por las autoridades, según el estudio El Gasto en Seguridad, hecho por el Centro de Análisis en Políticas Públicas, México Evalúa. Es decir, el gobierno no sabe de su localización y mucho menos si tiene alguna ocupación lícita.

 

 

Las “cabañas”, cualquiera que haya entrado de visita a uno de los reclusorios del DF, son uno de los negocios que tienen los internos para sacar sus gastos de la semana y algunos hasta apoyan la economía de sus familias. Otros se dedican a la venta de droga. Cierto: son usadas como hotel, pero también para reunirse con la familia pues durante los cuatro días de visita reglamentados por el GDF los fines de semana no hay espacio en los comedores por lo que por 30 pesos estas casas de campaña son el único espacio, aparte de las periqueras, para estar unas horas.

 

 

Está bien denunciar la existencia de las “cabañas” para que por fin el gobierno haga y regule espacios apropiados para la sobredemanda de visitas, no basta quedarse con el reclamo de que son una fuente de corrupción.

 

 

Ante la falta de programas de empleo para los 42 mil internos que tiene las 10 cárceles del DF, son ellos los que crean sus propias formas de hacerse de recursos. Desde el que ayuda a las visitas a buscar al encarcelado hasta los que venden droga o rentan cabañas; de estos recursos una parte va para los custodios y cómplices de cuello blanco.

 

 

La campaña que han emprendido los de @internoRENO está dirigida no a la población en general sino a un tipo de twitteros que laboran en los medios de comunicación. Los que administran la cuenta (si es que están dentro del Reclusorio Norte) seguramente son jóvenes que han manejado las redes sociales desde que estaban fuera de la cárcel, que viven en el dormitorio 4 (donde se encuentran los presos de alto nivel), tienen recursos económicos para haber pagado los hasta 5 mil pesos que cobra los custodios para ingresar un teléfono y usan un lenguaje que no es empleado por la mayoría de los detenidos.

 

 

Y es que seis de cada 10 presos cumple una pena por el delito de robo, principalmente en su modalidad de transeúnte, vehículo, a casa habitación y a negocio. Otro dato: “Más de la mitad de los presos en México son menores de 30 años y en esa proporción están internos por delitos patrimoniales, en un 62 por ciento no llega a los dos mil pesos el monto de lo robado”, asegura la advierte la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), a través de un estudio sobre la problemática de las cárceles en el país.

 

 

En su perfil de Twitter se describen como “un grupo de internos interesados en los problemas sociales”, por lo que será interesante y necesario que empiecen a divulgar con pruebas la corrupción de los principales encargados del Reclusorio Norte, las prebendas y las celdas de lujo que compran secuestradores o extorsionadores. Eso sí será un verdadero golpe a la corrupción de cuello blanco, pues la venta de droga en ese penal, incluso en los días de visita, es de todos conocida.

 

 @urbanitas