La historia remite a un hecho contundente: el Bordo Poniente, el tiradero de basura más grande el mundo y principal depósito de los desechos del Distrito Federal debió cerrar en 2004. El nivel de saturación de basura, las emisiones tóxicas que emite al ambiente, la contaminación del suelo y los riesgos que representa para las población cercana eran razones suficientes para cerrarlo.

 

Por ello, desde 2003 el gobierno capitalino, durante la administración de Andrés Manuel López Obrador ya enviaba a estados vecinos parte de los desperdicios que se generaban en la capital.

 

Los tiraderos de Tultitlán y Texcoco en el Estado de México (Edomex) fueron las primeras opciones, sin embargo, el entonces gobernador de la entidad, Arturo Montiel pidió al gobierno capitalino una indemnización para reparar los daños ocasionados al subsuelo. Con esta disputa la capital se quedó nuevamente sin tiraderos alternos.

 

Por la falta de opciones, la administración del DF prolongó la vida del Bordo Poniente hasta 2008. Ese año se reanudaron las negociaciones con el gobierno del Edomex y gracias a un acuerdo signado por el entonces secretario del medio ambiente mexiquense Guillermo Velasco, la capital pudo enviar durante un año tres mil toneladas diarias de basura a seis rellenos en la entidad vecina.

 

Desde entonces, se analizaron opciones en el Estado de México, Morelos, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala, siempre se habló de alternativas y convenios que en la mayoría de los casos no se concretaron.

 

Los enfrentamientos por el lugar donde se depositaría la basura de la capital se recrudecieron a finales de 2010, luego de que el 21 de noviembre de ese año , gracias a un acuerdo firmado entre el jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, el secretario del medio ambiente federal, Rafael Elvira de Quezada, y el director de Conagua, José Luis Luegue Tamargo, se fijo el 31 de diciembre de 2011 como la fecha definitiva para el cierre del Bordo Poniente.

 

Nuevamente se empezaron a señalar posibles destinos alternos destacando el municipio de Mineral de la Reforma, en Hidalgo. El secretario de obras del DF, Fernando Aboitiz, afirmó que existían pláticas con el gobierno del estado para depositar ahí la basura, versión desmentida en mayo del año pasado por Francisco Olvera Ruiz, gobernador de Hidalgo.

 

A finales de 2011, la gestión de Marcelo Ebrard adelantó 12 días el cierre, lo que puso en jaque al sistema de limpia del Distrito Federal que carecía de tiraderos alternos.

 

Cuautla, en Morelos, parecía haberse convertido en la salvación ya que durante 10 días recibió mil 200 toneladas de basura; sin embargo, la Comisión Estatal de Agua y Medio Ambiente de Estado entregó al alcalde Felipe Güemes Ríos, un oficio en el que se advertía que al recibir basura del DF violaba la Ley de Residuos Sólidos para el Estado de Morelos, la Ley del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, y a la norma ecológica NOM-083-Semarnat-2003.

 

“Al carecer de un convenio previo y por las deficiencias que presenta el basurero, el cual está sometido a un proceso de remediación que no ha concluido”, citaba el documento.

 

Cuautitlán Izcalli, en el Estado de México, se convirtió entonces en la nueva opción, no obstante la alcaldesa Alejandra del Moral Vela, dejo en claro que la medida es temporal porque el relleno privado a donde envía el DF sus desechos tiene una capacidad limitada.

 

Eruviel Ávila, actual gobernador, abrió las puertas nuevamente al Distrito Federal y el 21 de diciembre ambas entidades firmaron un convenio para que el DF mande sus desechos a los tiraderos de Xonacatlán, al relleno sanitario privado El Milagro y temporalmente a Cuatitlán Izcalli.

 

A pesar de los acuerdos, este lunes, vecinos del municipio de Ixtapaluca bloquearon la carretera México Puebla para impedir que los camiones lleven la basura a los tiraderos de esta localidad. Según los habitantes del municipio los basureros a donde llega la basura del DF no están autorizados.