Los mercados emergentes gozan de mejores condiciones estructurales para enfrentar un entorno internacional adverso en 2012, pero no están exentos de ser contagiados por el menor crecimiento previsto para la economía global, estimaron analistas.

 

Explicaron que la economía mundial enfrenta un escenario de desaceleración a causa de la crisis de deuda en países europeos y el débil crecimiento de Estados Unidos, lo que se traduce en una menor actividad comercial en los países emergentes.

 

Un ejemplo del impacto de la coyuntura actual en estas economías, precisaron, es la desaceleración que ya muestra China, pues el país asiático exporta fundamentalmente bienes hacia los grandes mercados de consumo, como Europa y Estados Unidos.

 

En el caso de México, comentaron, aunque no tiene los problemas de endeudamiento de los países europeos, ha presentado una alta volatilidad en los mercados cambiario y accionario, y la economía ya muestra signos de desaceleración.

 

El director de Análisis de Invex Grupo Financiero, Rodolfo Campuzano Meza, dijo que los países emergentes, como el resto del mundo, resienten los efectos del nerviosismo que hay en los mercados internacionales por la difícil situación económica global.

 

Lo único que puede variar es la intensidad de este nerviosismo, pero en general los mercados emergentes tendrán una trayectoria de menor crecimiento a causa de la desaceleración económica global, argumentó.

 

Señaló que esta coyuntura impacta los precios de las materias primas y, por tanto, las exportaciones de muchos países emergentes, como China, cuya economía ha moderado su crecimiento a cerca de 8.0 por ciento, desde niveles de 11 por ciento que aún reportó el año pasado.

 

Destacó que la mayoría de los mercados emergentes tiene una situación estructural mejor que la de los países desarrollados, con niveles de endeudamiento más manejables, pero aún así tendrán que enfrentar y saber manejar la coyuntura adversa.

 

Ello, porque la incertidumbre de los mercados relacionados con los problemas en Europa no ha terminado, pues la falta de una solución a la crisis de deuda y la probabilidad cada vez más alta de que este continente caiga en recesión han reavivado los temores a nivel mundial.

 

El director de Análisis Económico del Centro de Análisis y Proyecciones Económicas para México (CAPEM), César Castro Quiroz, coincidió en que, debido a la globalización, la desaceleración o incluso la posible recesión en Europa tiene efectos en el resto del mundo.

 

“Estamos viendo como si se desacelera la economía europea, todos los que venden a esa región empiezan a desacelerar, los chinos, el sureste asiático y, en general, esto hace que el ritmo de crecimiento mundial y de las exportaciones empiecen a moderarse”, argumentó.

 

En el caso de la economía mexicana, dijo, este impacto ya se ha reflejado en la fuerte volatilidad de las tasas de interés y el tipo de cambio en las semanas recientes, aunque hasta ahora ha sido limitado en la inflación.

 

Para Castro Quiroz, el problema es que en un mundo globalizado los flujos especulativos del sector financiero reportan alta volatilidad y cuando hay este tipo de episodios, los inversionistas se van a lo que llaman activos de calidad, como los Bonos del Tesoro de Estados Unidos o el oro.

 

En un mundo interconectado no hay blindaje que evite la volatilidad y la libre movilidad de capitales, lo que ha tenido un mayor impacto en el sector financiero, y ya algunos países emergentes empiezan a mostrar algún efecto en la actividad económica a través de un menor comercio exterior, señaló.

 

Según las más recientes proyecciones económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2012 el crecimiento mundial se moderará a 4.0 por ciento, en comparación al 5.1 por ciento en 2010.

 

En septiembre pasado, el FMI consideró que el crecimiento global para 2012 sería conducido principalmente por los mercados emergentes y en desarrollo, con un avance de 6.1 por ciento, mientras que las economías avanzadas crecerían sólo 1.9 por ciento.

 

Sin embargo, la directora gerente del organismo, Christine Lagarde, adelantó en días pasados que estas previsiones del FMI serían revisadas a la baja en enero, debido a crisis de deuda de Europa, que ha puesto a esa región al borde de la recesión.

 

La crisis de deuda que vive Europa inició cuando la conformación de una unión económica y monetaria significó inicialmente para los países de la periferia (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) un drástico e importante descenso en sus costos de financiamiento.

 

Ello permitió su expansión económica basada en la obtención de fondos baratos, es decir, mantener un mayor nivel de gasto y producción basado en deuda. Los bancos comerciales otorgaban créditos que, de forma similar, se sustentaban en emisiones de deuda y no precisamente en los depósitos del público.

 

Además, la creación de la moneda única trajo consigo otro problema, la deuda de los países ya no podía clasificarse más como interna y externa, por lo que quedaron expuestos totalmente a la parte externa.

 

Sin embargo, la crisis financiera internacional iniciada en 2008 ocasionó que la liquidez y los fondos disponibles en el mercado se redujeran, por lo que los bancos de la periferia europea tuvieron problemas para continuar financiando sus créditos.

 

Esto exhibió sus debilidades en materia de competitividad, agotó el crecimiento basado en crédito y redujo los ingresos fiscales, lo que mostró así la fragilidad en que se encontraban las finanzas públicas de esos países, lo que ahora tiene sumida a Europa en una crisis que está lejos de terminar.