El desinterés por la lectura en México es cada vez mayor. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales realizada en 2005 por la UNAM y presentada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el 39% de los mexicanos no leyeron un libro completo durante un año, esto sin contar los libros escolares. Cinco años después, en la misma encuesta pero ahora realizada por la empresa Defoe, el porcentaje de los que no habían abierto un libro se disparó al 68%.

 

Socorro Venegas, directora general adjunta de Fomento a la Lectura y el Libro del Conaculta, descartó que el desinterés por la lectura sea porque los libros están fuera del alcance de la gente. Por el contrario, dijo, se han realizado diversas acciones para fomentar esta actividad. El reto es superar la etapa de la creación de bibliotecas, de abrir ferias del libro, salas de lectura y demás, a lograr mediar y hacer que el universo que el libro representa toque a una persona, que lo enamore.

 

“El problema es que durante muchos años en México el libro estaba asociado sólo a los procesos escolarizados. Todavía se piensa en las bibliotecas como lugares a donde se va a resolver una tarea. Tenemos que cambiar, dejar de asociar la lectura con algo que sólo nos sirve para hacer la tarea, o con castigos que nos imponen”, señala.

 

Los especialistas dicen que el primer paso para alentar lectura es mostrar a los niños y jóvenes que la literatura nos habla de la vida con todos sus horrores y maravillas. Hay que enseñarles a encontrar el vínculo entre la fascinación de la narrativa y su relación con lo que viven cotidianamente.

 

Es necesario también revelar que leer puede ser muy útil, que la lectura da ideas y por tanto sirve para hacer mejores negocios y encontrar oportunidades de desarrollo. Sin esto, en México difícilmente se mejorarán los niveles de lectura.

 

Nuestro país cuenta con más de siete mil bibliotecas públicas, con programas para incentivar el gusto por leer, como las salas de lectura y recientemente los Paralibros; se organizan programas para leer en el transporte público, maratones de lectura, se llevan libros a los hospitales para que los pacientes y sus familiares aprovechen los tiempos de espera; incluso hay un programa para que los policías y los bomberos se aficionen a las letras. Sin embargo las estadísticas evidencian que el país va en retroceso en este tema.

 

Las causas de por qué los mexicanos no leen son variadas a decir de los promotores de la lectura. El ensayista y novelista José Gordon considera que uno de los motivos es que no hemos estimulado lo suficiente la imaginación para hacer ver a niños y jóvenes que la lectura puede ser inteligente, creativa y que además permite no sólo leer al libro, sino que el libro nos lea.

 

“Juan José Millás escribió una novela que se llama Dos mujeres en Praga, la cual abre con un anuncio de ocasión que aparece en un periódico y dice: ‘Usted pone la vida, nosotros le hacemos su novela”

 

“Una novela es un ejercicio, así sea arbitrario, de establecer capítulos en un escenario. Cuando leemos novelas se nos vuelven espejos para también entender ciertas historias que nos han ocurrido y que, con la distancia que da la novela, nos permiten leer nuestra propia vida y ver escenarios posibles en los que podríamos movernos”, expresa Gordon.

 

Hay quienes ofrecen teorías más arriesgadas y señalan que en este país muchos varones se alejan de la lectura para no parecer “raros”. El escritor jalisciense Luis Felipe Lomelí asegura que vivimos en un mundo machista y México no es el campeón del feminismo. “No es algo deseable, pero es un hecho y hay que trabajar con el mundo que existe –no con el que nos gustaría que existiera–. Así, cuando la abrumadora mayoría de los escritores que se enseñan en la educación básica tienen vidas aburridas que son exactamente lo opuesto a lo que busca un adolescente y, para peor, son exactamente lo opuesto de lo que se espera que sea ‘un hombre’ en nuestro mundo, ¿qué estudiante se va a sentir identificado?”.

 

Por eso, el autor de libros como Todos santos de California (2002) y Ella sigue de viaje (2005), recomienda a los maestros y promotores de la lectura dejar de repetir “ad nausem”que la literatura son historias de amor (Nocturno a Rosario, por ejemplo) o soliloquios eruditos (Piedra de sol, por ejemplo) y que cuenten que la literatura trata de la condición humana, de cómo un hombre tiene que matar a otro hombre en contra de su voluntad.

 

“Entonces verá cómo los adolescentes, incluso los que nunca ponen atención en clase, lo escuchan interesados. Azuce el morbo y tendrá lectores. No se trata de incentivar el morbo sino de azuzarlo, pues la literatura no es mórbida sino que trata de aquello que preocupa a todo ser humano: el bien y el mal”.

 

No se trata, precisa Lomelí, de inculcar el machismo y la morbosidad, sino de que los adolescentes sepan que en la literatura pueden encontrarse a sí mismos y encontrar respuestas a las cuestiones que les preocupan –como la locura, el crimen, el desencanto ante la vida, el sexo, las drogas, la vida y la muerte, las pasiones–, que los adolescentes puedan caminar por el patio de su escuela con un libro bajo el brazo sin el temor de ser rechazados por “raros”.

 

José Gordon ve al Internet y a las redes sociales como una oportunidad para la lectura. Indica que en la actualidad, cuando hablamos de lectura, tenemos que pensar en los términos del siglo XXI. “El problema es que a veces pensamos que la lectura nada más pasa por el soporte del libro, cuando realmente una buena película también nos hace leer el fondo y nos hace leer y entender lo que somos. Hay varias formas de leernos y por supuesto pasan por las herramientas del siglo XXI, incluyendo el Internet, el twitter.

 

“Estamos hablando de que la lectura del día de hoy es la lectura del haiku en los tiempos del Ipad, la lectura del haiku en los tiempos del twitter y la lectura de relatos que están conectados con lo que nos sucede”, concluye.

 

 

Las campañas

 

Mario Delgado, titular de la Secretaría de Educación del DF

Diciembre de 2010. Junto con la Secretaría de Cultura del DF, lanza la campaña “Más libros, mejor futuro”, concebida para impulsar que se regalen libros a los niños como parte de las fiestas decembrinas

Marzo de 2011. En conjunto con la Secretaría de Cultura del DF, anuncia la creación de mil 740 Libro Clubes, uno en cada Comité Vecinal

Mayo de 2011. En el Monumento a la Revolución, dirige el encuentro denominado “México a leer”, en el que se convocó a artistas, deportistas y escritores para ser embajadores de la lectura

Julio de 2011. Da a conocer el proyecto “Poetas en movimiento”, que como parte de la campaña “Más libros, mejor futuro” se llevó a cabo en diversas estaciones del Sistema de Transporte Colectivo Metro

Julio de 2011. Como parte de la campaña de recolección de libros “Leer Engrandece”, encabeza el “Librotón” en el Lunario del Auditorio Nacional

Septiembre de 2011. Encabeza la jornada de lectura en voz alta “Leer es iniciativa”, en el Ángel de la Independencia

 

Alonso Lujambio, secretario de Educación Pública

Julio de 2010. Presenta la colección 18 para los 18, una colección de novelas editadas por el Fondo de Cultura Económica, para fomentar la lectura entre los jóvenes

Enero de 2011. La SEP, autoridades educativas de los estados y el Consejo de la Comunicación firman un compromiso para fomentar esta actividad. El objetivo es promover 20 minutos de lectura diaria para lograr que uno de cada dos niños esté en los niveles de excelente y bueno en la prueba de Español de ENLACE 2012

Marzo de 2011. En la ciudad de Tijuana encabeza el arranque de “Leer para aprender, diviértete leyendo”

Mayo de 2011. Presenta el programa “Una buena razón para volver a la escuela”,  que integra a maestros jubilados para realizar talleres de lectura a fin de alentar a las niñas y los niños a leer