En las últimas semanas del año todos estamos preparándonos para lo que nos traerá el año nuevo. En la víspera, preparamos distintos rituales que confiamos nos servirán para voltear nuestra suerte durante el año. En el curso de los años, he pedido que me regalen ropa interior roja para asegurar que tendré más amor o amarilla si ha estado dura la economía, he barrido la entrada principal de mi casa para sacar lo que quedó del año nuevo, he ingresado y salido con maletas para viajar más, he iniciado una limpieza maniática de mi casa para limpiar la energía, me he vestido de blanco y hasta he arriesgado sin saberlo mi vida, aventado flores al mar para Yemanyá (la reina de los mares) conforme a la tradición brasileña, con la protección de mi inocencia, al no estar enterada que justo en ese lugar habían cocodrilos merodeando en la costa. Si hay un ritual, yo soy materia dispuesta para hacerlo.

 

¿Servirá? No lo sé. Sin importar el nivel de riesgo o lo divertido que pueden resultar los rituales para el fin del año, siempre sucede lo mismo. Iniciamos el año con miles de propósitos, pero la constante es que conforme pasan los meses, vamos cayendo en los mismos patrones. Sin duda, ni el ritual más perfecto, nos salva de nuestra naturaleza humana que nos hace volver a recaer en nuestros malos hábitos.

 

Mi lista de propósitos para este 2012 es bastante larga. Al analizarla, caigo rápidamente en la cuenta que completar la lista entera no me dará la calidad de vida y bienestar que estoy buscando. ¿Será que estoy pensando negativamente antes de empezar y necesito pensar más positivamente? Leí recientemente un artículo de Deepak Chopra para CNN donde argumentaba que tratar de pensar positivamente, no era suficiente para mantener el bienestar. Para Chopra la plenitud en la vida se obtiene al manejar un estado emocional donde la mente está en un estado de paz.

 

Como todos soy responsable de dejar que mi mente juegue conmigo todo el tiempo. Los que conviven conmigo, incluyendo a mi santo marido, sufren de mi poco nivel de tolerancia cuando estoy estresada. También, caigo en provocaciones de conductores bravucones e incivilizados al estar atorada en tráfico. Me desespero cuando tengo que esperar. ¿Qué necesito hacer para responder diferente y llegar a ese estado emocional en donde la mente se encuentra en un estado de paz?

 

Todos hemos encontrado esos momentos mágicos. Para mí el estado de paz casi Zen es el que vivo cuando estoy de vacaciones. La carga se aligera, las risas abundan. Me maravillo de todo mi entorno, hasta respiro y duermo mejor. Es evidente que es un estado alcanzable, pero ¿cómo replicarlo en mi vida diaria? Sería una locura pensar que la solución se encuentra en viajar más y trabajar menos para obtener bienestar. Ni me alcanza el tiempo, ni tengo los recursos. Además me encanta lo que hago y soy feliz en mi trabajo.

 

Por eso, este año el único propósito que haré, es el de tomarme la vida con más tranquilidad. Trataré de romper con esos patrones que impiden que llegue ese bienestar que tanto añoro. Este año espero atrapar el bienestar y encontrar esos momentos mágicos en mi día a día. Y cuando los encuentre los viviré al máximo agradecida de poder disfrutarlos.

 

Espero que tengas un maravilloso domingo y aprovecho, que estamos en esta búsqueda de lugares mágicos para presentarte los 5 sugerencias de viajes para este 2012 fuera de la ruta turística. Están llenos de inspiración para desconectarte y reencontrarte.

 

Te deseo de todo corazón que el 2012 sea un año lleno de prosperidad, salud, pero sobre todo de momentos mágicos que llenen tu vida de sabor.

 

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