Desde México, el futuro del mundo se percibe con preocupación. La mayoría de los mexicanos considera que la situación mundial empeorará en los próximos diez años y no les faltan razones para ser pesimistas

 

El 2012 será un año de incertidumbre internacional en el que se pondrá a prueba la capacidad de los líderes políticos para encontrar soluciones a la multiplicidad de problemas económicos, ambientales y de seguridad de alcance global.

 

Se avecinan fuertes tormentas y sacudidas económicas en los países ricos inmersos en una crisis de deuda sin precedentes, así como posibles crisis sociales y humanitarias en los países más pobres y subdesarrollados donde la violencia crónica se ha instalado como el único modo de vida. Mientras que la punta y la base de la pirámide mundial serán los estratos críticos, el nivel intermedio de países emergentes –en el que se encuentra México– no estará en el epicentro de la turbulencia. Sin embargo, habrá intranquilidad en todas partes por la ola de movilización y protesta social de ciudadanos “indignados” por los excesos del capitalismo sin regulación, “desilusionados” por los déficit sociales y de seguridad pública de la democracia y “decididos” a tomar la calle para exigir la salida de gobernantes tiranos, ineptos o corruptos.

 

El primer desafío que enfrenta nuestro país en el frágil y complejo entorno internacional que se avecina es evitar que los tiempos políticos internos de la elección presidencial lo lleven al ensimismamiento y la desatención de lo que pasa a su alrededor limitando así su capacidad de previsión, respuesta y acción. El desánimo nacional y el pesimismo bien pueden traducirse en actitudes defensivas y en miopía que no permitan ver la otra cara del acontecer mundial: las oportunidades. Veamos cuáles son los pronósticos del tiempo internacional para México.

 

 

Norte: turbulencia electoral

Las elecciones presidenciales y legislativas en Estados Unidos serán el evento internacional con mayor resonancia para México. Obama buscará su reelección llevando a cuestas el fantasma de la recesión y los índices de desempleo y desigualdad más altos en décadas, pero tendrá a su favor la ausencia de un contrincante republicano de peso. Los años electorales en el vecino del norte suelen venir acompañados de tensiones y desencuentros con México, pues en el fragor de las campañas los temas de la agenda bilateral se politizan. La migración, la inseguridad fronteriza y el narcotráfico, serán parte de la batalla política entre republicanos y demócratas. Si al tema electoral le añadimos la frágil situación económica por la parálisis política sobre la deuda y el déficit, podemos prever que en 2012 el ambiente político será poco favorable para avanzar una agenda de cooperación pues la política interna acaparará toda la atención y ganarán terreno las voces proteccionistas en materia comercial y migratoria.

 

Es previsible que se agudicen las críticas hacia México, en particular por parte de la mayoría republicana en el Congreso que pondrá la lupa sobre la Iniciativa Mérida y obstaculizará una eventual reforma migratoria. Hay el riesgo de que continúe la tendencia al endurecimiento de leyes migratorias a nivel estatal (en 2011 se aprobaron legislaciones en la materia en 30 estados), aunque el coqueteo de ambos partidos con el voto hispano podría servir de contrapeso. Sin embargo, las elecciones de 2012 abren una ventana de oportunidad, que sólo ocurre cada 12 años, para relanzar la relación bilateral cuando se renuevan las presidencias de los dos países en forma simultánea. Para aprovechar la oportunidad será necesario afinar y mantener los canales de interlocución política de alto nivel entre los dos países en medio del griterío electoral en ambos lados de la frontera.

 

Sur: cielo despejado

América Latina se presenta como un área de oportunidad para México en 2012. La región está pasando por un momento excepcional en 200 años de historia por los avances en términos de estabilidad política y democracia, crecimiento económico y combate a la pobreza. En otro momento, no hubiera podido resistir los embates de una crisis financiera del norte como lo hizo en 2008 y 2009. Hay buenos augurios en materia de crecimiento económico, aunque la desaceleración de la actividad económica mundial estará afectando negativamente las condiciones de financiamiento externo y las exportaciones. Han comenzado a soplar vientos favorables a la coordinación regional derivados de la menor polarización en el ambiente político por la distensión del conflicto colombiano y el repliegue del liderazgo contestatario de Chávez a causa de su enfermedad. Hay dos focos rojos en el panorama regional: las elecciones en Venezuela y el avance de la inseguridad, el narcotráfico y el crimen organizado, principalmente en Centroamérica. En ambos casos, México deberá estar atento a posibles situaciones de inestabilidad política.

 

Difícilmente Estados Unidos y la Unión Europea jugarán un papel activo en América Latina, lo que abre oportunidades históricas para una concertación estrictamente regional con agenda propia y diferenciada. La creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) pretende ser un paso en este sentido, aunque se debe resolver el problema de la multiplicidad de organismos regionales y el exceso de retórica y poca acción en muchos de ellos. Hay cansancio por tantas cumbres presidenciales y el reto está en ordenar la barroca arquitectura institucional del regionalismo latinoamericano. El G20 por primera vez tendrá lugar en América Latina y México, como país sede, tiene una oportunidad única de representación de la región en su conjunto. Un desafío clave será la capacidad para articular una verdadera sociedad con Brasil dejando atrás el ánimo de competencia tácita y desinterés mutuo.

 

Oeste: mal tiempo

El temor de una nueva recesión en los países avanzados es severo por la falta de una solución decisiva en Europa a los problemas de deuda. Se proyecta un crecimiento de -0.2% en la eurozona pero el mayor riesgo radica en una posible desestabilización de los mercados financieros con efectos globales. La recesión europea impactará negativamente los flujos de inversión hacia América Latina y los programas de cooperación internacional. Habrá un repliegue de los países avanzados en la esfera multilateral. España contará con menos recursos para mantener su activa proyección económica, diplomática, cultural y de cooperación. Se generarán vacíos de liderazgo en negociaciones multilateral en materia comercial, ambiental y de desarrollo que, para los países emergentes como México, representan nuevos espacios de acción.

 

Este: sol radiante

La expansión económica en Asia Pacífico, particularmente en China, India y Corea del Sur continuará pero con menor intensidad. El desplazamiento del poder económico de Occidente (Oeste) a Oriente (Este) plantea serios desafíos para México, fuertemente enganchado a la aletargada economía estadunidense. Mientras que los países de América del Sur se han beneficiado enormemente del motor de las exportaciones de materias primas a China, México ha resentido la competencia de los productos chinos tanto en el mercado estadunidense como en su propio mercado interno. En 2012 la relación de México con China será particularmente difícil por la baja arancelaria a los productos chinos con el término de las medidas de transición pactadas en la OMC. El reto para México consiste en ir más allá de una agenda defensiva frente a Asia y diseñar una agenda proactiva que le permita aprovechar las oportunidades de inversión, turismo y comercio de las economías más dinámicas del mundo. El reto es enorme pues los estudios de opinión documentan un gran desinterés por Asia.

 

Esperemos que la élite política mexicana no se quede enfrascada en la contienda política interna del 2012 sin darse cuenta que la solución de los problemas nacionales requiere dejar atrás la relativa indiferencia hacia el exterior y asumir un liderazgo internacional a la altura de sus capacidades.

 

*Investigadora de la División de Estudios Internacionales del CIDE, directora del proyecto México, las Américas y el Mundo, y miembro fundador del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI).