Tan absurdo como un mandatario que en su nacimiento propició el cambio de invierno a primavera con un arcoíris y en su primera jornada jugando golf reportó un registro jamás alcanzado por las estrellas de este deporte. Así, tan absurdo como una dinastía comunista, el futbol de Corea del Norte. La violación de todos los derechos humanos y todo sentido común, no es lo único que se hereda: también la específica represión al futbolista.

 

KIM I. 1966. RIVAL, PORTUGAL.

La primera gran revelación en la historia de los Mundiales fue este país asiático. En Inglaterra 66, los norcoreanos sorprendieron al derrotar a Italia y se convirtieron en la primera selección no americana o europea en ganar un partido de este torneo; el mundo se entusiasmaba con un equipo disciplinado tácticamente y solidario físicamente. Posteriormente, en cuartos de final, tenían al poderoso Portugal 3-0 abajo en el marcador, pero los lusitanos remontaron con cuatro anotaciones de Eusebio y terminó la agradable historia.

 

A su regreso a Pyongyang, los jugadores no fueron aclamados por eufóricos aficionados y trompetas, sino todo lo contrario. El dictador Kim Il-Sung (padre del recién fallecido Kim Jong-Il) ordenó que el plantel fuera reeducado mentalmente.

 

Ahí finalizaron sus carreras futbolísticas y comenzó una hermética etapa en el campo. La derrota, explicaba Kim, era atribuible a no ser “buenos comunistas” y tenían que ser torturados y efectuar trabajos pesados hasta entender el verdadero sentido del comunismo. ¿Mejor muestra de su mal comunismo que no haber sabido marcar a Eusebio?

 

Algunas voces de Corea del Sur denunciaron el hecho, pero la Guerra Fría lo hacía todo muy confuso y se dio carpetazo al tema. Desaparecieron en el campo los mundialistas y desapareció de los Mundiales el futbol del lado norte de esa península.

 

KIM II. 2010. RIVAL, PORTUGAL.

El segundo de estos atroces Kim heredó junto con el poder una gran pasión por el futbol. Hace tres años fue capaz de ausentarse de la celebración por el 60 aniversario del régimen, pero no días después de un partido de futbol: ahí sí apareció, gafas obscuras y sonrisa redonda, sentado en su palco.

 

La población norcoreana ama con locura este deporte. Durante la hambruna de los noventa, Kim Jong-Il impuso el esquema de “dos comidas diarias” y se rumora que dijo tras bambalinas “les podemos quitar una comida pero no el futbol”. Lo haya dicho o no, un niño norcoreano mide hoy 12 centímetros menos que uno sudcoreano de la misma edad.

 

El camino al Mundial 2010 fue tenso porque, para empezar, las dos Coreas debían enfrentarse. El primer juego sería en Pyongyang pero ante la negativa norcoreana de poner el himno y ondear la bandera de sus vecinos del sur, se disputó en China. La vuelta fue en Seúl y horas antes del cotejo se anunció que en los próximos días un misil sería lanzado desde el Norte. Los futbolistas jugaron confundidos y con miedo a ocasionar con una barrida un caos nuclear, aunque finalmente las dos selecciones calificaron a Sudáfrica.

 

Llegado el Mundial, Kim Jong-Il decidió que el partido debut contra Brasil sólo sería transmitido de forma diferida, si el desenlace le era aceptable. Y así fue: los norcoreanos hicieron un partido más que decoroso y estuvieron cerca del empate con el gigante del futbol.

 

Esto desató enorme euforia en la nación, con masas suplicando poder ver el siguiente cotejo, contra Portugal. Como 44 años antes, otra vez Portugal. La fantasía totémica del hijo: vencer al fantasma con el que no pudo el padre. Kim concedió: se emitiría en vivo.

 

Sólo que Cristiano Ronaldo y compañía ganarían ese partido 7-0. La historia volvía casi medio siglo después. El comentarista dijo solemne en el silbatazo final, “Portugal llega a 4 puntos y cerramos nuestra transmisión”, a lo que se ligaron imágenes de trabajadores elogiando al líder Kim.

 

El encuentro contra Costa de Marfil, obviamente, ya no se transmitió y su resultado (derrota 0-3) se mantuvo oculto.

 

¿Qué siguió para los jugadores? Se habla de que varios han sido enviados a trabajar a minas de carbón aunque no sea una versión confirmada (FIFA aseguró que investigaría, mas nunca desmintió o afirmó). Lo que sí se sabe es que el plantel completo (salvo por los dos seleccionados que militaban en la liga japonesa) fue colocado sobre el escenario en el Palacio Popular de Cultura, en donde el Ministro del deporte y 400 políticos más, los criticaron férreamente durante seis horas, observados por estudiantes. Jugador por jugador escuchó en público sus pecados y afrentas contra el régimen. Se volvió a mencionar que fracasaron en la “batalla ideológica”.

 

En tanto, el seleccionador Kim Jong-hun, quien afirmara tajantemente en Sudáfrica que no habría castigo para sus dirigidos, fue expulsado del Partido y, según Radio Free Asia, ha sido destinado a trabajar como albañil.

 

Absurdos de un país cuyo difunto líder propició al nacer el cambio de invierno a primavera con un arcoíris. Tan absurdo como su registro como el mejor golfista de la historia. Absurdo. Como una dinastía comunista.

 

@albertolati

 

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