Dos marcas predestinadas a encontrarse: la ciudad orgullosa por saber envejecer, por ser eterno sinónimo de glamour, por no pasar de moda… Y el futbolista que, precisamente, a base de cambios de corte de pelo, de maneras de presentarse, más su innegable capacidad futbolística y atlética, sabe seguir siendo el que más vende.

 

Y el matrimonio está casi consumado, el contrato pronto a firmarse, sigue adelante el tour por las capitales de la moda de David Beckham –o más bien por sus equipos-: Los Ángeles, Milán, París.

 

El club Paris Saint Germain resurgió meses atrás luego de haber sido comprado por inversionistas de Qatar (lo cual, para efectos prácticos, puede traducirse como ser propiedad del Emir de este millonario rincón del Golfo Pérsico). Es un equipo que a lo largo de sus 37 años de historia en primera división ha padecido profundos problemas de identidad: se le solía asociar con jóvenes de extrema derecha parisina, luego se le buscó reposicionar acercándolo al París multicultural y multicolor (lo cual generó severos choques entre los viejos aficionados y los recién captados) y finalmente navegó con más glamour que éxito (no hablamos de Beckham, aunque a raíz de su salida del Manchester United, lo mismo le aplicaría ese último enunciado).

 

El logotipo del abreviado PSG parece idóneo para tener ahí al veterano Becks: la cuna del Rey Sol Luis XIV y la torre Eiffel: la primera, símbolo de la Francia que impuso cánones de sofisticación y aristocracia; la segunda, máxima expresión del turismo: el punto más visitado de la ciudad más visitada. Si entonces imaginamos miles de playeras con el nombre Beckham vendidas en la gran tienda que tiene el PSG en los Campos Elíseos y la felicidad del Emir de Qatar por encontrar forma de hacer tan famoso su millonario gasto futbolero, la operación luce redonda.

 

Mientras tanto, el jugador tiene la necesidad de mostrar que se encuentra en forma después de sus años californianos. Los Juegos Olímpicos de Londres son su sueño y sólo será convocado si demuestra que aún le quedan piernas y futbol. Recordemos dos cosas: que al futbol olímpico van selecciones de menores de 23 años, reforzadas por 3 hombres de edad libre; y que la Gran Bretaña no participa en futbol olímpico desde Roma 1960, al ser un torneo que no permite inscribir por separado a ingleses, escoceses, galeses e irlandeses del norte.

 

La firma se da por hecho. Las posibilidades de marketing se antojan infinitas. Incluso se habla de que Victoria, la Spice Girl devenida en Lady, ya tiene seleccionado un local para vender las prendas que diseña.

 

Y David, eso sí es seguro, dejará regada sobre el césped del parisino Parque de los Príncipes, hasta la última gota de sudor, porque como futbolista –glamour al margen- siempre será un guerrero.

 

@albertolati

 

 

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