IXTAPALUCA, Méx.- “No lo queríamos linchar. Solamente se le amarró al poste, era un escarmiento”, precisa Don Felipe al explicar el castigo vecinal al que se hizo acreedor el ladrón que se metió a un consultorio y lesionó con una botella al médico de guardia.

 

Y no es que la policía no trabaje, sino que no puede, coinciden los vecinos de la tercera sección del conjunto habitacional San Buenaventura, en este municipio del Estado de México.

 

“Entendemos que tienen mucho trabajo, luego están ellos en otras calles. Lo que sí nos sorprendió es que ese día supimos que sí hay policías; ese día que amarramos a este sujeto llegaron muchos, muchos; usaron hasta gases lacrimógenos, no sé por qué no habían llegado tantos así cuando les llamamos”, relata el entrevistado, a quien en la zona lo conocen como El Güero.

 

La captura de aquel ladrón es una serie de medidas que los colonos decidieron instrumentar tras una serie de hechos que han sacudido este conjunto habitacional, destinado a ser uno de los más poblados de América Latina, en la salida del área metropolitana de la Ciudad de México hacia Puebla.

 

Después de las 22:00 horas, detallan, son los momentos críticos. Quienes llegan a su casa en taxis son interceptados por gente empistolada y bajados de las unidades de transporte público para desvalijarlos junto con los conductores.

 

Las cortinas de los negocios que han cerrado son violadas con distintas herramientas para sacar equipos para el comercio, mercancías y dinero.

 

Los automovilistas son obligados a bajar de sus carros cuando llegan a los portones de sus calles privadas para abrir y poder entrar.

 

Para colmo de males, hay un canal –totalmente seco, por cierto- a la entrada del fraccionamiento, donde recientemente han comenzado a aparecer cadáveres abandonados.

 

“Es que ya hay mucho narco, hay mucha venganza entre los lidercillos”, dice con resignación un taxista de la zona.

 

El contraataque

 

Ante este panorama, los vecinos de las diferentes calles privadas han organizado juntas, han pedido más policías, han solicitado que acudan los cuerpos de emergencias en las emergencias. No los escucharon y hoy decidieron contraatacar tomando la ley por sus manos.

 

Después de amarrar a un poste a un ladrón, que al final fue rescatado por policías municipales, los colonos ahora colocan una serie de advertencias escritas sobre lo que puede ocurrir a los delincuentes que se atrevan a traspasar su territorio.

 

“Te vamos a partir tu pinche madre y te lincharemos en el acto”, dice la advertencia de los mensajes que han sido colocados en varias calles privadas, entre ellas Colinas Apantli 1 y 2, y Colinas de la Antigua.

 

Había otro mensaje que tuvo que ser descolgado por consideración a los policías que pidieron no ser balconeados. Aquella manta que ya no está en las calles culpaba a los agentes municipales del incremento delictivo en la zona.

 

Como agradecimiento al ocultamiento de ese mensaje, porque los regañaron o por el simple deseo de ganar adeptos del gobierno municipal priista, los municipales, adscritos al Grupo Especial Cronos, patrullan por las noches y hacen sonidos con las sirenas cada media hora para demostrar que ahí están, que tienen decoro.

 

Otra de las acciones es que los vecinos hacen el papel de porteros y se turnan en algunas calles para prohibir el paso a desconocidos.

 

Son pocos pasos de esta sui géneris ley advertencia, pero van con todo, comentan algunos, porque es la respuesta a evitar sucesos que antes no ocurrían, como el de hace dos meses, cuando “se vio prácticamente caminando un refrigerador” tras abrirse el zagúan de una de las privadas, para atravesar la avenida Paseo de las Colinas.

 

“Eran como las 2 de la mañana y no hubo quien impidiera el robo. A estos sujetos nadie les vio ni el polvo”, relata una de las vecinas.