La Navidad se acerca a pasos agigantados y ya es hora de las pastorelas, las posadas y preposadas. Confieso que tengo tiempo de no asistir a una verdadera posada ¿será una de esas tradiciones que poco a poco se esta perdiendo?
 
De niña me encantaba prender mi velita y pedir posada a todo pulmón; prefería siempre estar del lado de los peregrinos que solicitaban posaba y no de los que la negaban. Era divertidísimo pegarle a la piñata. La golpeaba con todas mis fuerzas, aún a sabiendas de que si la rompía caerían sobre mi una avalancha de tejocotes, cacahuates, mandarinas y caña de azúcar. Lo primordial, después de que se rompiera, era encontrar una pieza de barro o un cono de la piñata para guardar todo el botín. Todavía recuerdo lo delicioso que resultaba el premio: pelar la caña con la ayuda de mis dientes, morder y exprimir todo su jugo dulce.
 
Vinculadas con el culto católico previo a la Navidad, las posadas se celebran del 16 al 21 de diciembre, los nueve días anteriores a la Navidad. Estas fueron introducidas por los misioneros para enseñarles a los indígenas la historia del nacimiento de Cristo y la peregrinación de San José y la Virgen María, antes de su llegada a Belén. Hoy en día, más que una celebración religiosa es una gran fiesta popular que se celebra en todo el país.
 
Dentro de esta fiesta un elemento que no puede faltar es la piñata. Siempre me parece sorprendente el origen de nuestras tradiciones y cómo estas se basan en otras culturas. La piñata es originalmente de China. Construían grandes animales de papel rellenos de semillas para celebrar el año nuevo chino y estos eran golpeados con varas por los mandarines. Fue Marco Polo quien llevó esta costumbre a Europa. En Italia se le dio el nombre de “pignatta” y se adoptó su uso en las fiestas de cuaresma. Los españoles fueron los que la trajeron a México en el Siglo XVI y fue utilizada para atraer a la gente a las ceremonias religiosas por el ambiente festivo que creaba, pero también por su significado.
 
La piñata con sus 7 picos representa los 7 pecados capitales. La idea es que un niño inocente de ojos vendados con la ayuda de un palo venza las tentaciones representadas por los colores brillantes. Al romper la piñata se destruye el mal y los frutos dentro de ella, representan la gracia de dios, símbolo de amor y las bendiciones que reciben todos aquellos que participan. ¿Será que nos falta romper más piñatas en estas épocas?
 
Sin embargo para mí, el verdadero placer de la posada, como es de esperarse está en la comida. Con el frío, no hay nada como ese sorbo de ponche de Navidad, preparado con piloncillo, agua y canela y una variedad de frutas que en mi casa incluían tejocotes, caña de azúcar, manzanas, guayabas, ciruela pasa, pasas y algunas veces hasta flores de jamaica. Para los adultos este podía venir “con o sin piquete”, el cual podía ser desde ron, hasta coñac si uno era muy elegante. Sin duda, el ponche puede resultar controversial, ya que cada casa, cada familia tiene su receta predilecta, que puede incluir un secreto familiar como naranja, limón, coco o vainilla. Recuerdo, cuando hace varios años decidí preparar ponche en mi programa de televisión. Este acto de osadía generó una serie de correos diciéndome cómo mi receta estaba incompleta o inexacta, a pesar de que mi receta en serio estaba muy buena (la puedes consultar en www.anasaldana.com). Entendí, que el ponche es de esas preparaciones que no sólo debe estar rica, sino que si es verdaderamente buena, debe incluir memorias familiares.
 
Y hablando de memorias exquisitas, que tal los buñuelos, elaborados a partir de una mezcla de harina, huevo, agua, sal y aceite o manteca que se estira o moldea para luego freírse y bañarse con azúcar, miel o piloncillo. Al igual que el ponche, pueden haber variaciones: los de viento o molde que se le atribuyen a las monjas del Templo de Santa Brígida que se establecieron originalmente en la Ciudad de México, o los de estirada o rodilla de las monjas del Convento Agustino de Nuestra Señora de la Soledad en Oaxaca. Hoy en día he comido buñuelos desde Sonora hasta Chiapas, con pequeñas variaciones en los ingredientes y acompañamientos. Sin embargo, el resultado siempre es el mismo, una serie de sonidos crujientes y manos pegajosas y azucaradas.
 
Esta época está llena de tradiciones, de sabores y aromas, pero sobre todo de recuerdos. Cada año generamos nuevos recuerdos, nuevas tradiciones. Ojala y que junto con las memorias nuevas que generaremos esta época, podamos compartir y conservar las que por tantos años nos han acompañado y dado tanta alegría como mexicanos.
 
Espero que tengas un maravilloso domingo y recuerda, hay que buscar el sabor de la vida.
 
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¿Qué App recomiendo? Para todos los que escuchen en las fiestas canciones que les gusten pero sufren del síndrome ¿y esa canción quien la canta? Está Shazam. Puedes poner tu iphone o ipad (necesita micrófono) cerca de la bocina y te dará todos los datos de la canción. Además puedes comprar las canciones en itunes si lo deseas. Costo: Gratuito.
 
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